miércoles, 20 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 25 de abril , martes ( 43 )

Afortunadamente  , ninguno de los esbirros  me asoció con el desplome  del saduceo  y de sus compinches  . Entre los comadreos  que pude escuchar  en las intensas horas y jornadas siguientes  , algunos , a media voz , atribuían el << mal >> que les había << dejado sin pálpito >> a una minifestación  de la << cólera divina >> . Otros ,  en cambio , se burlaban de los atemorizados testigos , recordando que aquélla  no era la primera vez que Ismael  perdía el sentido ..., << a causa del vino de palma >> . Los más se encogían de hombros  , convencidos  de la ineptitud  y de la falta de valor  de los atacantes . Lo cierto es que el incidente  marcaría el destino de la familia de Jesús . En especial , el de la Señora . Ni unos  ni otros estaban dispuestos a perdonar ...
Y en la solitaria calle planeó un silencio agrio , mal barruntado , apenas incomodado por el retorno a la azotea  de las asustadizas palomas y el desdibujado relámpago horizontal de los gatos . Y con los yacentes cuerpos  a mi espalda  me situé frente a la puerta . Antes de llamar me pregunté  qué debía hacer o responder  ante los presumibles  y lógicos interrogantes  de los moradores . Quizá había llegado el momento de abrir  mi atormentado espíritu  - aunque sólo fuera  m´nimamente - y sofocar así los recelos  de María . El cielo tenía la palabra  . Y presa de la vanidad - no pude remediarlo - me sentí orgulloso del << trabajo >> con los ultrasonidos .
No tuve que golpear la hoja  . El repentino y anormal silencio no había pasado desapercibido en la vivienda . Y un susurro cayó desde el terrado . Al levantar los ojos  distinguí la cabeza de Jacobo , escondida entre las palomas  . Me pidió que aguardase . Y la incertidumbre  , como un cuervo , fue a posarse  sobre mi corazón . << ¿ Cuánto tiempo llevaba el amigo de Jesus  en la azotea ? ¿ Había presenciado el desplome de los viejos ? >> Y con la zozobra  navegando en mi mente  percibí el nervioso desatranque  de la madera  . Y la hoja  se abrió cuatro dedos . Y unos ojos llorosos  - los de Ruth - parpadearon heridos por la claridad .
Me colé raudo en la estancia , al tiempo que las hijas de la Señora  se pricipitaban sobre la puerta  , apuntalandola con una tranca .
Y acurrucada junto a la mesa de piedra , arrasada en llanto , descubrí a una María  nueva para mí . Y antes de que acertara a mover un músculo , aquella mujer , derrotada por la angustía  y el miedo , se lanzó en mis brazos  , estrechándome entre sollozos  y temblores . Y emocionado sólo supe  corresponder a su infortunio acariciando sus fragantes y sedosos cabellos negros .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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