jueves, 21 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - 25 de abril , martes ( 45 )

La irrupción de Jacobo , anunciando que la calle continuaba despejada , aceleró los planes de Santiago . Y enconmendando a su cuñado la custodia  de los suyos obligó a Juan a incorporarse . Y tomándole  por un brazo cargó con él , desapareciendo en la negrura  de la pieza contigua  . Esta , su mujer , con una templanza admirable  , besó a María , susrrandole que regresaría  de inmediato . Poco después averiguaría  que , en previsión  , de males  mayores  , la familia había optado por esconder al Zebedeo en la casa de Santiago , al oeste de la aldea  , muy próxima  al taller  del fallecido alfarero .
Y Jacobo , depositando en mi su confianza , anunció que retornaba al terrado , advirtiendo qué  , vajo ningún copcepto , franqueáramos la puerta . Las mujeres asintieron , arropando a su madre  . Y en un gesto de hospitalidad - no se si tratando  de compensarme  por el involuntario descuido de hijos al dejarme  a merced de los vecinos  -, María  , secas las mejillas  y controlado el pemple  , me rogó que tuviera  a bien tomar posesión de su humilde casa  . Le sonreí , honrado por lo que aquella invitación  significaba  para mi y feliz  por su pronta recuperación . Y de buen grado acepté el tazón de vino que la temblorosa y doliente Ruth tuvo a bien ofrecerme .
 No sé  por qué lo hice  . Pero , dejandome llevar  por un íntimo y xcristalino sentimiento , acaricié las largas y finas manos de la muchacha  , expresándole con una firmeza i,propia  de este siempre vacilante  pecador :
- No temas . Yo os protegeré  ..., hasta el regreso de tu hermano .
Quizá me arrepentí un segundo después . Quizá no . Poco importa . Lo único que recuerdo con claridad es que , olvidando las normas  , quien esto escribe  hubiera dado su vida  por salvaguardar las de aquellas indefensas y atemorizadas mujeres .
Y la Señora , al percibir la sinceridad de mis palabras , me invadió con la mirada  . Fue la misma  que cruzáramos  en la caravana de Murashu . Y supe que había  llegado el momento . Y ella , quizá antes que yo , también lo supo . Y con sulalmendrados ojos verdes fijos en mi ordenó a sus hijas que << vigilaran la puerta de atrás >>.
- Jasón , amigo - manifestó nada más desparecer Mirián y Ruth -, eres un hombre extraño . En verdad que ninguno de nosotros acierta a entender tu singular hacer ... Además  , ¿ por qué tengo la sensación de conocerte ? ¿ Por que  me resultas tan familiar?
Autor : J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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