lunes, 9 de mayo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - del 4 al 14 de mayo ( 26 )

Y hacia la hora tercia ( las nueve ) , abrumado por lo acaecido , me vi cabalgando por la via maris  , en dirección a Tiberíades . Y rodeándome , escoltándome como un precioso << tesoro >> , once jinetes armados . Y durante algunas millas , con la << proa >> del Ravid a la vista , pensé en mi hermano . ¿ Hubiera aprobado aquella estrategia ?
Pero debo ser más positivo . La verdad es que a partir de la << demostración >> todo discurrió a buen ritmo y de forma satisfactoria para quien esto escribe . El camino hasta Cesarea , merced a los respetuosos y disciplinados  componentes de la decuria , transcurrió sin incidentes y en un tiempo récor . Informado de la urgencia de la misión , el decurión que mandaba la fila marcó desde el principio un galope corto pero constante , tratando de ganar los ochenta y siete kilómetros  antes de la hora décima ( las cuatro de la tarde )
Y como suponía , al avistar las puertas de la capital del yam , el decurión giró a la derecha , enfilando la ruta que yo conocía y que he descrito en páginas anteriores : la de Caná  . Y al llegar a las proximidades del << infierno >> de los << mamzerîn , el jefe de la patrulla , sin mirar atras , levantó la jabalina que portaba en la diestra y , sin palabras , desplazándola a derecha e izquierda , transmitió una orden a sus hombres . Y ante mi sorpresa , los diez jinetes tomaron nuevas posiciones , formando un escudo protector . Seis de ellos se situaroninmediatamente detras del decurión , dibujando una punta de flecha  y ocupando la totalidad de la polvorienta carretera . Los cuatro restantes continuaron galopando a mis espaldas , cerrando el triángulo . Y al penetrar entre las chabolas , como un solo hombre , la decuria golpeó los flancos de las caballerias  , lanzándolas a un furioso galope . Y las picas fueron inclinadas hacia el suelo . Y aquel tramo , percibiendo el tenaz golpeteo de las ampolletas de barro de los medicamentos en los riñones , medio cegado por la polvareda y temiendo el atropello de cualquiera de aquellos infelices , fue sin duda el más angustioso de todo el viaje . Hombres , mujeres , niños y reatas de onagros , advertidos por el griterío , tuvieron el tiempo justo para apartarse . Y a nuestras espaldas se escucharon toda suerte de imprecaciones .
Autor J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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