domingo, 8 de mayo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - del 4 al 14 de mayo ( 21 )

Y ante el desconcierto general di por bueno el relato del mercenario , matizando un par de extremos : que la agresión al funcionario fue en legítima defensa y que la mirada de aquel griego no tenía nada de extraordinaria . En cuanto a la quemadura y rotura de la espada - fue mi única mentira - , sencillamente , ignoraba cómo se produjeron . Y fui más allá , elogiando el valeroso comportamiento de los soldados al acudir en auxilio del responsable de la aduana . Conocía los castigos que hubiera caído sobre aquellos indeseables en el caso de perfilar toda la verdad y , honradamente , me pareció fuera de lugar . Tanto el pillaje como el abandono de las armas eran estimados delitos graves y los culpables podían enfrentarse  a penas de cárcel , privación de comida , sangrías y , sobre todo , azotes o apaleamiento .
Supongo que , a juzgar por sus caras , tampoco me creyeron al ciento por ciento . Pero, comprendiendo que no deseaba perjudicar a sus hombres , reaccionaron positivamente , zanjando el molesto y enrevesado contencioso .
Y se enfrentaron al último y más peliagudo dilema : ¿ qué hacer con aquel griego que acababa de complicarles la mañana  ? Como soldados no podían ignorar la disposición que reclamaba al supuesto << poderoso mago >>.
Y durante algunos minutos discutieron acaloradamente . Y entendí su preocupación .
La orden - partiendo del supersticioso Poncio - encerraba un secreto deseo : conocer e interrogar a tan prodigioso << hechicero >> . Pero , si no hubo tal magia , ¿ qué argumentaban en su defensa ? ¿ Cómo respondería el brutal e irascible gobernador al saber que lo divulgado por los mercenarios no se ajustaba a la verdad ? ¿ Quién le explicaba que el << abrasamiento >> era fruto de la imaginación de unos más que probables farsantes ?
Finalmente coincidieron . Lo mejor era olvidar y olvidarme . Aquel griego no existía . Nunca estuve en la guarnición . Y si alguien preguntaba , nadie sabía nada .
Me alarmé . Aquella decisión no entraba en mis planes . Y por un momento me sentí fracasado . El esfuerzo había sido inútil.
Autor: J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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