domingo, 8 de mayo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - del 4 al 14 de mayo ( 20 )

Quizá cometo un error . Quizá debería esperar . Pero también quiero ser fiel a los sentimientos , allí donde se produjeron  . Y en aquel patio , y en aquella despejada mañana , entre aquel centurión y quien esto escribe surgió una inexplicable  corriente de simpatía . Más adelante - o más atrás , según se mire - entendería la << razón >> . La cuestión es que , desde los primeros momentos , aquel prior  me llamó poderosamente la atención . Fue quizá el que menos habló . Sin embargo , sus ojos azules irradiaban una paz y una serenidad poco comunes . Debía de caminar entre los cuarenta y cuarenta y cinco años . Su lámina  , la verdad sea dicha , no se ajustaba a la de un aguerrido  soldado : estatura media , aparentemente frágil , de una delgadez preocupante , calvo , mal afeitado , y de manos largas y huesudas . En cuanto a la voz , cavernosa y trabajada con dificultad , me hizo sospechar que padecía algún mal irremediable . Resultaba chocante que estuviera al mando de dos centurias . Como veterano del ejército , con más de veinticinco años de servicio  , sólo aspiraba ya a obtener el retiro - la honesta missioo - y disfrutar de sus tierras y de la pensión anual , cifrada en unos 2 500 denarios de plata  . Aquél , en efecto , lo adelanto ya , era el célebre centurión mencionado por los evangelistas . Pero el << descubrimiento >> se produciría en el tercer << salto >> en el tiempo...
Concluido el breve debate reconocieron que me asistía la razón . Al menos parte de ella . Y el portavoz tuvo la gentileza de traducir el reciente y accidentado interrogatorio .
Según dijo , el de la quemadura en el pie me había identificado como el griego que los atacó en la aduana cuando salieron en defensa del funcionario .
Negué con la cabeza , pero le dejé continuar.
Dicho funcionario - prosiguió el centurión sin inmutarse - fue vilmente agredido cuando exigió el obligado peaje .
El agresor , naturalmente , era este explorador .
Y el mercenario juraba , asimismo , que la quemadura y el abrasamiento del gladius  de su compañero fueron provocados por el mágico poder que partió de su mirada .
Efectivamente , tal y como presumía , los priores - escépticos por oficio - no concedieron credibilidad a la aparentemente fantástica historia . Pero solicitaron mi versión.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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