sábado, 7 de mayo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - del 4 al 14 de mayo ( 15 )

Al observar al centinela con el gladius en la mano comprendió que algo no iba bien . Y su rostro se endureció . Y renegando de mi torpeza , temiendo lo peror , aproximé los dedos por segunda vez al clavo que activa los ultrasonidos . Lo que en principio parecía una cómoda y rutinaria visita al jefe de la guarnición empezaba a retorcerse .
Y el optio , dirigiéndose al aturdido soldado , lo interrogó en aquel endiablado lenguaje . Pero el joven , no repuesto de la sorpresa , no supo o no quiso explicarse . Entendí la embarazosa situación . ¿ Cómo hacer comprender al rudo y resabiado responsable  de la guardia  que la espada había  << tropezado >> en el vientre de aquel individuo con una << pared de hierro >> E inteligentemente , envainando el gladius  negó con la cabeza  , restando importancia a lo ocurrido . Lo miré complacido , pero naturalmente  no captó el significado de aquella mirada .
Y el optio , de mala gana  , ayudándose con un pésimo griego , repitió la cantinela  , exigiendo que aclarase << ese asunto confidencial que sólo podía confiar al centurión-jefe>> .
 Me armé de paciencia y, sin perder de vista al joven mercenario que continuaba a mi derecha , volví a exponer lo ya dicho a los centinelas . Y mientras pronunciaba el breve parlamento , insistiendo con énfasis en el interés del gobernador por la << noticia >> que debía comunicar al capitan de la cohorte , el veterano suboficial fue rodeándome en silencio , examinando mi atuendo . Y persuadido de que no portaba armas se encaró de nuevo con este explorador  , adoptando un tono prepotente . Estaba claro . Las órdenes eran las ordenes . Si pretendía hablar con el centurión-jefe tendría primero que anunciar el motivo . Luego , ya veríamos  . << Quizá te azotemos - sonrió burlón -. Todo dependerá de las mentiras que cuentes ... >>
Los soldados rieron la << gracia >> . Todos menos el que me había amenazado con el gladius . Probablemente intuyó que el optio se equivocaba  y que aquel extranjero no era un individuo << normal >>
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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