jueves, 10 de diciembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 3 - 23 de abril , domingo ( 15 )

No había forma  de acostumbrar  las pupilas a la espesa negrura  . Repetí las llamadas . Golpeé el suelom , las paredes y los rincones , en un vano intento de localizarle  o de tropezar con algo que me sirviera  de ayuda . Los nichos o kokim se hallaban perfectamente cerrados  , tal y como los habíamos dejado  . El rastreo se repitió en las siguientes salas  funerarias  , con identico fruto . No sabría explicar por que , pero la idea  de descender a la galería  inferior me torturaba . Lo achaqué al miedo . Nunca me gustaron los cementerios  y menos en aquellas circunstancias . Pero debía bajar .
Tanteé los peldaños  con el canto del cayado . El camino se hallaba libre . Y una vez en la espaciosa segunda cueva , me dutuve indeciso , con el pulso centelleando y un imposible deseo de perforar las tinieblas .
- ¡ Eliseoooo ! ...
Elegí el muro de la derecha y , pegándome a la fría roca , fui avanzando con lentitud  , reconociendo por el sonido de los golpes los diferentes sarcófagos de piedra que reposaban en los arcosolios . El corazón latía vigorosamente , en un esfuerzo para mantener despejado el cerebro . Ahora entiendo a las personas que se desvanecen  como consecuencia  del terror . Lam lengua , como el esparto , fue incapaz  de modular una nueva llamada . Completé el recorrido y , al retornar al punto de partida , a los escalones , respiré aliviado . Si no recordaba mal , no había quedado un solo rincón por escudriñar . Eliseo , definitivamente  , no se hallaba en el cementerio . Pero entonces .... La presión psicológica  se duplicó . ¡ Estaba a cero ! ¡ Como al principio ! ¡ Dios ... !
Olvidando lo macabro del lugar - ¡ qué podía temer de aquellos cientos de esqueletos ! -, fui a sentarme  en los últimos peldaños  . No debía rendirme  . Aquella pesadilla sólo podía ser eso : un fugaz mal sueño . En cualquier momento , cuando menos lo esperase , despertaría - quizá en el módulo - y mis ojos reconocerían al diligente Eliseo . Pero no estaba soñando . Mi hermano había desaparecido.
Aquel fue uno de los escasos momentos , en toda la operación , en el que di rienda suelta a mis sentimientos . Y lloré con rabia . Con amargura . Con desesperación . Pero la Providencia es la Providencia .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez.
¡  FELIZ NAVIDAD  !

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