No había forma de acostumbrar las pupilas a la espesa negrura . Repetí las llamadas . Golpeé el suelom , las paredes y los rincones , en un vano intento de localizarle o de tropezar con algo que me sirviera de ayuda . Los nichos o kokim se hallaban perfectamente cerrados , tal y como los habíamos dejado . El rastreo se repitió en las siguientes salas funerarias , con identico fruto . No sabría explicar por que , pero la idea de descender a la galería inferior me torturaba . Lo achaqué al miedo . Nunca me gustaron los cementerios y menos en aquellas circunstancias . Pero debía bajar .
Tanteé los peldaños con el canto del cayado . El camino se hallaba libre . Y una vez en la espaciosa segunda cueva , me dutuve indeciso , con el pulso centelleando y un imposible deseo de perforar las tinieblas .
- ¡ Eliseoooo ! ...
Elegí el muro de la derecha y , pegándome a la fría roca , fui avanzando con lentitud , reconociendo por el sonido de los golpes los diferentes sarcófagos de piedra que reposaban en los arcosolios . El corazón latía vigorosamente , en un esfuerzo para mantener despejado el cerebro . Ahora entiendo a las personas que se desvanecen como consecuencia del terror . Lam lengua , como el esparto , fue incapaz de modular una nueva llamada . Completé el recorrido y , al retornar al punto de partida , a los escalones , respiré aliviado . Si no recordaba mal , no había quedado un solo rincón por escudriñar . Eliseo , definitivamente , no se hallaba en el cementerio . Pero entonces .... La presión psicológica se duplicó . ¡ Estaba a cero ! ¡ Como al principio ! ¡ Dios ... !
Olvidando lo macabro del lugar - ¡ qué podía temer de aquellos cientos de esqueletos ! -, fui a sentarme en los últimos peldaños . No debía rendirme . Aquella pesadilla sólo podía ser eso : un fugaz mal sueño . En cualquier momento , cuando menos lo esperase , despertaría - quizá en el módulo - y mis ojos reconocerían al diligente Eliseo . Pero no estaba soñando . Mi hermano había desaparecido.
Aquel fue uno de los escasos momentos , en toda la operación , en el que di rienda suelta a mis sentimientos . Y lloré con rabia . Con amargura . Con desesperación . Pero la Providencia es la Providencia .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez.
¡ FELIZ NAVIDAD !
Tanteé los peldaños con el canto del cayado . El camino se hallaba libre . Y una vez en la espaciosa segunda cueva , me dutuve indeciso , con el pulso centelleando y un imposible deseo de perforar las tinieblas .
- ¡ Eliseoooo ! ...
Elegí el muro de la derecha y , pegándome a la fría roca , fui avanzando con lentitud , reconociendo por el sonido de los golpes los diferentes sarcófagos de piedra que reposaban en los arcosolios . El corazón latía vigorosamente , en un esfuerzo para mantener despejado el cerebro . Ahora entiendo a las personas que se desvanecen como consecuencia del terror . Lam lengua , como el esparto , fue incapaz de modular una nueva llamada . Completé el recorrido y , al retornar al punto de partida , a los escalones , respiré aliviado . Si no recordaba mal , no había quedado un solo rincón por escudriñar . Eliseo , definitivamente , no se hallaba en el cementerio . Pero entonces .... La presión psicológica se duplicó . ¡ Estaba a cero ! ¡ Como al principio ! ¡ Dios ... !
Olvidando lo macabro del lugar - ¡ qué podía temer de aquellos cientos de esqueletos ! -, fui a sentarme en los últimos peldaños . No debía rendirme . Aquella pesadilla sólo podía ser eso : un fugaz mal sueño . En cualquier momento , cuando menos lo esperase , despertaría - quizá en el módulo - y mis ojos reconocerían al diligente Eliseo . Pero no estaba soñando . Mi hermano había desaparecido.
Aquel fue uno de los escasos momentos , en toda la operación , en el que di rienda suelta a mis sentimientos . Y lloré con rabia . Con amargura . Con desesperación . Pero la Providencia es la Providencia .
Autor : J.J.benitez
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Antonio Martinez.
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