sábado, 11 de abril de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 5 de abril , miercoles ( 20 )

Sin poder evitarlo, me levanté del asiento y , pausadamente , me acerqué al primer busto . Pero aquel rostro aniñado , con unflequillo perfectamente recortado sobre la frente , no me dijo nada . Y me dirigí entonces a la segunda efigie . Al pasar frente aq los centinelas , ambos me siguieron con la mirada .
Aquel segundo busto representaba a un Tiberio adulto de unos cincuenta años  ( el Emperador fue designado César en el año 14 de nuestra  Era  , cuando contaba 55 años de edad ) , pero sumamente tavorecido . En mi adiestramiento prevío a esta misión , y de cara , sobre todo , a la entrevista que estaba a punto de celebrar con Poncio Pilato , yo había recibido una exhaustiva información sobre la figura y la personalidad de Tiberio . Allí - siguiendo lógicamente las pautas de los artistas de la época , que ocultaban los defectos de las personasa quienes inmortalizaban en piedra o bronce - no aparecían las múltiples úlceras que cubrían su rostro , ni su calvicie  , ni tampoco la ligera desviación hacia la derecha de su nariz o el defecto de su oreja izquierda  , más despegada  que la del otro lado . ( Estos dos últimos  defectos aparecen con claridaden el llamado busto de Mahón , realizado cuando Tiberio no era aún Emperador )
Sí se observaba , en cambio , una boca caída , consecuencia de la pérdida de los dientes .
Excepción hecha  de estas << concesiones >> , el artista  sí había plasmado con exactitud  la cabeza de aquel polémico e introvertido César : un rostro triangular  , de frente ancha y barbilla puntiaguda  y breve . En su conjunto , aquel busto emanaba  el aire filántropo , resentido , y huidizo que caracterizó a Tiberio y que iba a jugar un papel decisivo en la voluntad de su gobernador en la Judea a la hora de salvar o condenar a Jesús de Nazaret . ( Pero dejemos que sean los propios acontecimientos los que hablen por si mismos )
De pronto se abrió la gran puerta  . José , como yo , acudió presuroso hasta el umbral . Como si hubiera actuado sobre ellos un resorte macánico , los soldados retiraron sus lanzas  , dejando paso a un individuo que vestía la toga romana de los plebeyos . Apenas si tuve tiempo de fijarme en él . Al otro lado , un centurión sostenía la hoja de la puerta . En su mano izquierda sostenía una tablilla  encerada idéntica a la que había visto en el puesto de guardia  . Pronunció nuestros nombres y , con una sonrisa , nos invitó a entrar .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

No hay comentarios:

Publicar un comentario

puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto