miércoles, 15 de abril de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 5 de abril , miercoles ( 34 )

La súbita irrupciçón de uno de los sirvientes en el salón oval - anunciando que el almuerzo se hallaba a punto - vino a interrumpir aquella conversación . Yo , sinceramente respiré aliviado .
Pero Pilato , entusiasmado y agradecido por mis revelaciones , nos rogó que le acompañasemos . José y yo nos miramos y el de Arimatea - que no había abierto la boca en toda la entrevista  - accedió con gusto.
( Yo no podía sospechar que , gracias a esta invitación , al retrasar nuestra salida de Antonia tendría la ocasión de presenciar un hecho que resultaría sumamente ilustrativo para comprender mejor el oscuro suceso de la huida de los guardianes de la tumba donde iba a ser sepultado Jesús de Nazaret .)
Algo más relajados , los cuatro nos dirigimos hacia el extremo opuesto donde habíamos mantenido la entrevista . Poncio , adelantándose ligeramente  , nos fue conduciendo hacia un recogido triclinium , separado del << despacho >> oficial por unas cortinas de muselina semitransparente .
La rapidez con que habiamos sido introducidos en aquel salón oval y la circunstancia de haber permanecido todo el tiempo en el sector norte  , de espaldas al resto , me había impedido observarlo con detenimiento . Mi misión en la mañana del próximo viernes me obligaba a conocer lo más exactamente posible la distribución del mismo. Así que aproveché aquellos instantes para - simulando un interes especial por un busto alojado en un amplio nicho practicado en el centro de la pared que albergaba también la biblioteca de Pilato - << fotografiar >> mentalmente cuantos detalles pude .
Poncio se detuvo al ver que me quedaba rezagado . Me incliné ligeramente sobre aquel pequeño busto de bronce , reconociendo con sorpresa que se trataba de una efigie idéntica ( quizá fuera la misma ) a la que yo había contemplado durante mi entrenamiento en el gabinete de Medallas de la Biblioteca de París . En este busto del emperador Tiberio se apreciaba en su boca el característico rictus de amargura del César.
- ¡ Hermoso ! - exclamé .
Y el romano con una irónica sonrisa , preguntó :
- ¿ Quién ? ¿ El César o el busto?
- La escultura , por supuesto . En mi opinión  - añadí señalando el gesto de la boca  -, es uno de los pocos que le hacen justicia ....
- Me gusta tu sinceridad , Jasón - repuso el gobernador  , acercandose hasta mí y golpeando mi espalda  con una palmadita .
- ¿ Sabes ? Me gustaría adivinar qué dirá la Historia de este tirano ....
- Eso - le respondí -, precisamente eso : << Aquí yace un déspota cruel y un tirano sanguinario ....>>
Autor:J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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