lunes, 27 de abril de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 5 de abril , miercoles ( 46 )

Si los centinelas romanos sabían qué clase de suerte les aguardaba  , en el supuesto que desertaran de la misión que se les encomendaba  , ¿ cómo encajar entonces  aquellos comentarios  de numerosos exegetas católicos  que afirman << que los centinelas  que guardaban  el sepulcro  huyeron aterrorizados  >> ? ( Una vez más  , los hechos  registrados  en aquel amanecer del domingo  no iban a coincidir  con estas << justificaciones  teológicas >> , tan apresuradas como faltas de rigor . )
Al pasar nuevamente por el patio porticado y ver a aquel  mercenario , con el pesado fardo a cuestas , no pude resistir la tentación e interrogué  al centurión , que nos acompañaba  ya hacia  el túnel de salida de la Torre Antonia  . Civilis  me aclaró que se trataba de la << ignominia >> o castigo menor  . A causa de alguna falta  - que el oficial no me detalló -, aquel soldado había sido castigado a permanecer durante todo un día  con una carga de tierra  sobre sus espaldas . ( Eliseo me confirmaría  que aquel tipo de penalizaciones había sido << inventado >> por el anterior emperador Augusto.)
La soldadesca había vuelto a sus faenas habituales . Algunos , sentados en bancos de madera de pino , se afanaban bajo los pórticos en la limpieza de sus cinturones y espadas o repasaban sus sandalias . Recuerdo que al ver el calzado de uno de aquellos soldados  me llamó la atención la suela . Tomé una de las sandalias y , ante la atónita mirada de su propietario , conté los clavos que habían sido incrustados en la cara externa de la misma . ¡ Catorce ! Formaban una << S >> , arrancando desde el tacón y llenando prácticamente  la totalidad de dicha suela  . ( Como también apunté  , aquel mortifero calzado iba a ocasionar dolorosas lesiones  en el cuerpo de Jesús de Nazaret.)
Debían ser las tres de la tarde cuando , tras recuperar mi << vara de Moisés >> y saludar a Civilis  , José  y yo cruzamos  el puente levadizo , dando por concluida aquella agitada  e instructiva visita a la sede de Poncio Pilato.
Al vernos entrar en la mansión de José , el saduceo a quien yo había rogado que siguiera los pasos de  Judas , el Iscariote , y que nos esperaba  desde poco despues  de la hora sexta ( las doce del mediodía ).nos besó en la mejilla en señal de bienvenida.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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