jueves, 16 de abril de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 5 de abril , miercoles ( 37 )

Despues del obligado ritual , Poncio me sugirió que no calzara mis sandalias  . Él y el centurión  habían hecho otro tanto . Al principio no comprendí , pero Pilato ,  sonriendo y señalando el entarimado del piso , aclaró el porqué  de aquella sugerencia :
- Así tendras la oportunidad de experimentar por ti mismo las excelencias de mi sistema  subterráneo  de calefacción , que tanto te preocupa ....
Al posar mis pies sobre la madera  de ciprés  empecé a sentir  , en efecto , un calor muy sutil y reconfortante  . Sinceramente  , quedé maravillado . El circuito de agua caliente  que discurría bajo el piso transmitía  al suelo la suficiente energía  calorífica  como para templar la estancia , sin necesidad de chimeneas  o incómodas estufas .
Naturalmente , y conociendo un poco la especial psicología  de mi anfitrión  , no dudé  en hacer grandes elogios  de aquel << revolucionario >> e ingenioso artilugio , prometiendole hablar de ello a cuantos dignatarios y cortesanos tuviera la oportunidad de conocer .
Y mientras los esclavos  iban situando sobre la mesa  las diferentes viandas , yo aproveché  aquellos primeros instantes del almuerzo  para - tal y como tenían por costumbre los ciudadanos romanos  - obsequiar a Pilato y a Civilis  con sendas pequeñas esmeraldas , obtenidas por Caballo de Troya  de las minas de Muzo . El proyecto , como ya espuse en su momento , había planeado simplificar mi acceso hasta el gobernador  romano , mediante este regalo . En principio , la misión me había hecho entrega  de dos únicas piedras de << fulgor verde >>  - como las definió Plinio - que deberían ser obsequiadas a Pilato . Pero , sospechando que mi libertad de movimientos en la jornada del viernes  por la Torre Antonia  se vería muy condicionada  por la voluntad del jefe de los centuriones  , decidí sobre la marcha ganarme igualmente su aprecio . Y nada mejor que hacerle entrega de una de aquellas bellisimas esmeraldas , las piedras más cotizadas por el mundo romano después de los diamantes y las perlas.
Autor J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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