viernes, 10 de abril de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 5 de abril , miercoles ( 17 )

El centurión hizo entonces una señal con su mano , indicándonos que le siguiéramos .
Salimos del túnel abovedado y nos encontramos en un espacioso patio cuadrangular - a cielo abierto - de unos cincuenta metros de lado y pavimentado con losas de caliza dura  de un metro cuadrado cada una  . Un sinfín  de puertas , coronadas por dinteles de madera  - formando arcos de medio punto - se alineaban en los laterales  , bajo otros tantos pórticos  sustentados por columnatas . Aquella fortaleza , como pude verificar conforme fui adentrándome en ella , había sido edificada con todo esmero .
Por aquel gran patio al que desembocaban los dormitorios  , las caballerizas  y algunos almacenes  , iban y venían numerosos soldados . Muchos de ellos  - libres de servicio - vestían tan sólo la corta túnica  granate de lana , ceñida por un cinturón muy liviano .
El centurión que nos guiaba  cruzó por el centro del patio , rodeando una fuente circular sobre cuyo centro se erigía  una hermosa representación  , también en piedra y a tamaño natural ,  de la diosa Roma . La estatua  vestía una túnica con múltiples  pliegues , dejando al descubierto el pecho derecho de la diosa . En la diestra sujetaba una lanza y sobre la mano izquierda  sostenía una esfera  de la que brotaba un chorro de agua  . Ésta iba almacenándose  en el estanque circular que constituía  la parte baja de la fuente . Varios soldados  de la caballería  romana se hallaban lavando y cepillando media docena de caballos . A diferencia de los infantes , los jinetes vestían una chaquetilla morada de manga larga y un pantalón rojo , muy ajustado , que se prolongaba hasta la espinilla .
Al contrario de lo que ocurre , por ejemplo , con nuestros ejércitos  occidentales , ninguno de aquellos soldados se cuadró o saludó al paso del centurión . Éste siempre , con su << uitis >> o vara de sarmiento en su mano derecha y recogiéndose la holgada toga o capa de color púrpura sobre el brazo izquierdo , proseguía su camino hacia el fondo del patio.
A derecha e izquierda , y especialmente bajo los pórticos , otros infantes atendían a la limpieza de sus armas o sandalias . En una de las esquinas , un concurrido grupo de soldados formaban corro en torno a algo que ocurría sobre el pavimento . A pesar de mi curiosidad , no pude aproximarme . El oficial , que no volvió la cabeza ni una sola vez , seguía a buen paso hacia las escalinatas que se divisaban ya en la zona este del patio.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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