jueves, 9 de abril de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 5 de abril , miercoles ( 15 )

Al cruzar el puente levadizo - de unos cinco metros de longitud  y construido a base  de gruesos troncos  sobre los que había  jijado una espesa cubierta de metal  - no pude resistir la tentación de levantar la mirada  . La pétrea  fachada gris - azulada  , de cuarenta codos de altura , se hallaba  dividida en dos secciones simétricas  y perfectamente almenadas . Cada uno de estos bloques  , de unos cincuenta metros de longitud  , presentaba tres hileras de ventanas  ( las correspondientes a la primera planta  en forma de troneras ) . Y en el centro , entre las dos alas  que formaban la fachada  , una especie de terraza o mirador , de unos veinte metros  , con los prismas de la almena  algo más pequeños  que los de las zonas superiores  . Los cuatro ángulos  del << castillo >> habían sido reforzados  por otras tantas torres  igualmente fortificadas . Yo conocía por Flavio Josefo las dimensiones de las mismas  , pero , al contemplarlas a tan corta distancia  , se me antojaron mucho más airosas .
En la boca del tunel que constituía  la entrada principal a la fortaleza nos aguardaban el centinela que habiamos encontrado junto al muro exterior y un oficial .
Al descubrir en su mano derecha un bastón de madera de vid comprendí que me hallaba ante un centurión . Su estatura era algo superior a la media normal de los soldados , pero quizá se debía al penacho de plumas rojas que adornaban su casco .
Tras saludarle , José se identificó ante el jefe de centuria , manifestándole que era amigo del gobernador  y que habia sido concertada  una audiencia para aquella mañana  . El centurión  - también en griego - correspondió al saludo y me rogó que me identificara  . Después , dirigiéndose a uno de los soldados que montaba guardia a la puerta de una estancia situada a la derecha del túnel , le pidió algo . El legionario se apresuró a entrar en lo que debía ser el << cuarto de guardia >> y regresó al momento con una tablilla encerada . En aquella especie de pizarra  habían sido escritos  algunos nombres . Del ángulo superior izquierdo del marco de la tablilla colgaba una corta y manoseada cuerda a la que había sido atado un clavo de bronce de unos ocho centímetros de longitud y que , a juzgar por los trazos de la superficie encerada , hacía las veces de buril o << stylo >>.
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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