lunes, 6 de abril de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 5 de abril , miercoles ( 1 )

Poco antes que las madrugadoras golondrinas despertaran al campamento con sus negros y tumultuosos vuelos , Eliseo me había  alertado ya , mediante la << conexión auditiva >>, de la proximidad del amanecer.
- ... La << cuna >> registra 9 grados centígrados  . Ligero descenso de la humedad relativa .... Parece que el viento se ha incrementado . Se prevén algunas rachas de 20 a 40 nudos  , especialmente durante la tarde .....¡ Suerte !
Eliseo no se equivocaba . Aquellos primeros momentos del día se me antojaron especialmente fríos . El celeste de mi manto aparecía salpicado por un sinfín de gotitas de rocio . Otro tanto secedía con la escasa hierba que lograba despuntar al pie de algunos alivos .
Conforme fue clareando , un lejano y misterioso castañeteo comenzó a intrigarme . Parecía nacer en alguna parte , al fondo del campo donde me encontraba . Me incorporé y tras echar una ojeada al campamento comprobé que todo se hallaba en calma  . Los discípulos dormían en el interior de las tiendas . Otros ,  envueltos en sus ropones  , descansaban  al pie del muro de piedra  o como yo , bajo la primera hilera de olivos . Frente a los albergues  , en el pequeño claro existente en la entrada del huerto , se distinguían  las cenizas de la hoguera . El Maestro - supuse - debía estar durmiendo .
Pero aquel castañeteo seguía llenando la cada vez más luminosa mañana, rompiendo el profundo silencio de Getsemaní . No lo dudé más . Tomé la >> vara de Moisés  >> y me  dirigí hacia el interior  de la finca , siguiendo el cercado de piedra . Aquella propiedad de Simón  , el vecino de Betania , estaba dedicada exclusivamente al cultivo del olivar . Desde el lugar donde habían sido plantadas las tiendas , el terreno iba elevándose ligeramente . Al llegar al fondo del huerto había contabilizado medio centenar de viejos olivos , alineados de cuatro en fondo . Algunos  de aquellos árboles me impresionaron por su envergadura . Uno de ellos  , en especial , debía alcanzar los ocho metros de circunferencia  . De sus nudosos y torturados troncos fluía  una sutancia de color pardo - rojoza , formando reguerillos brillantes al incipiente sol que avanzaba ya por detras de la cima del Olivete .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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