viernes, 26 de junio de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 7 de abril , viernes ( 237 )

Los soldados , inquietos  , pidieron instrucciones al optio y al oficial . Pero ni Arsenius ni Longino supierom qué hacer . Sencillamente , como medida de seguridad , doblaronla guardia  . Algo intuían aquellos hombres cuando actuaron así . Y no se equivocaban ...
Al desaparecer la penumbra , la luz del sol iluminó a los crucificados , desvelando todo el horror de aquellos cuerpos desangrados , grotescamente convulsionados y cubiertos de arena . Los << zelotas >> continuaban inconscientes y así siguieron - afortunadamente para ellos - hasta que llegaron aquellos tres nuevos mercenarios romanos ...
La piel del Galileo , a pesar de la gruesa película de polvo que se había adherido a sus desgarros  , cabellos  , coágulos  y manchas de sangre  , pronto empezarían a resaltar con la típica tonalidad marmórea de los cadáveres . El olor de las heces hacía insoportable  la estancia junto a la cruz  y los infantes  que no montaban guardia  se retiraron hasta el filo del patíbulo . La situación se hizo algo más llevadera  cuando , nada más << salir >> el sol , el viento volvió a soplar desde el Este , aunque mucho más debilitado que en las horas precedentes . Es ahora , con la perspectiva del tiempo , cuando m,e he hecho una pregunta  que entonces no llegué a intuir siquiera :: ¿ Tuvo algo que ver la presencia de aquel formidable objeto con la extraña quietud que sobrevino al mismo tiempo  que las << tinieblas >> y con el posterior recrudecimiento del viento ? El científico no tiene respuesta pero el hombre intuitivo que también llevo dentro me dice que sí...
Noté una lógica alarma entre las mujeres y en Juan y en el hermano de Jesús . La absoluta inmovilidad de su Maestro empezaba a extrañarles . Mi estado de ánimo era tan menguado que me volví de espaldas , no deseando tropezar con la mirada del Zebedeo . Entonces , hacia el Oeste , percibí una curiosa agitación entre las bandads de pájaros que anidaban generalmente en los muros de la ciudad . A peasr del viento , habían remontado el vuelo , dispersandose en total desorden . Me encogí de hombros . Sin embargo , casi a la par , una confusa algarabía me hizo volver la cabeza hacia la muralla . Lo que vi me dejó perplejo .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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