sábado, 13 de junio de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 7 de abril , viernes ( 161 )

Lo izaron por ambos extremos  y lo encajaron de golpe  sobre la nuca del Galileo . Pero las múltipes  ramificaciones  del casco de espinas  constituyeron un obstáculo  : el espeso cilindro de madera  no se ajustaba con precisión sobre los músculos tarpecios  , rodando por la espalda.Por tres veces , los romanos  - cada vez más sofocados  - golpearon el cuello de Jesús  hasta , que al fin , presa de nuevos dolores  , el propio reo se inclñinó aún más , facilitando el depósito del patibulum sobre las áreas altas de las paletillas  . En cada uno de aquellos salvajesintentos  de colocación del madero experimenté una especie de latigazo que me recorrió las entrañas . Las púas situadas en la nuca  y región opcipital  se clavaron un poco más  en cada empeño  , desgarrando el cuero cabelludo  y , posiblemente  , hundiéndose  en el periostio craneal ( lámina que envuel ve a los huesos ) . ( Los traumatólogos  saben muy bien qué clase de dolor  produce la perforación de dicha lámina .)
El intenso y mantenido dolor hizo que jesús gimiera  en cada uno de los tres impactos  .Y en cuestión de segundos  , sus cabellos y cuello volvieron a brillar , profusamente ensangrentados .
Los verdugos tensaron los brazos bajo la zona inferior  del tronco y procedieron a su anclaje , anudando la cuerda- de derecha a izquierda -, rematando la sujeción en el tobillo izquierdo.
El notable peso del patibulum - al menos para un hombre tan sumamente castigado - hizo que el cuerpo del rabí se inclinara peligrosamente , obligándole a flexionar las piernas . Jesús trató de elevar la cabeza . Sus músculos y arterias parecían a punto de estallar bajo la piel enrojecida  del cuello . Pero , a cada intento de remontar y vencer el peso del leño , su nuca se emparedaba conla corteza rugosa del patibulum y el dolor de las espinas , entrando sin piedad en la cabeza , le vencía  , humillando el rostro.
Comprendiendo que todo esfuerzo por recobrar la verticalidad era inutil , el Maestro pareció resignado . Su respiración se había hecho nuevamente agitada y temí que , en cualquier momento , aquel esfuerzo desenbocara en un nuevo desfallecimiento . ( Los evangelistas , lógicamente , ya que ninguno se encontraba presente en aquel dramático momento de la carga del patibulum , no reflejaron jamás en sus escritos lo duro y crítico de aquel instante .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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