Ocurrió al caminar hacia el portalón . Como digo , estaba decidido . Así lo hablamos después de interrogar a Esta . Lo seguiríamos por el valle del Jordán .
Pero , de improviso , el ingeniero se detuvo y miró hacia atrás . No sé cómo lo adivinó ...
Ruth se hallaba en la puerta de la casa de la Señora , medio oculta por la cortina de red .
Estoy seguro . Nuestras miradas se reunieron , una vez más . Fueron segundos . No podría describir o clasificar aquella mirada con exactitud . Sólo sé que sus ojos me llamaron en el más clamoroso de los silencios . Y obedecí . Entonces , aquel sentimiento - desconocido para mi - trepó hasta lo más alto de los cielos ...
Y Eliseo alzó la mano , despidiéndose . Ella , sin dejar de mirarme , respondió al saludo ...
Y ahora , sabiendo lo que sé , me pregunto con amargura : ¿ a quién saludó realmente ?
El Destino lo sabía ... Y conocía lo que nos aguardaba al otro lado del portalón .
Fue casi simultáneo . Al pisar la calle , cuando apenas habíamos dado unos pasos en dirección al muelle , oímos un vocerío . Comerciantes y transúntes , y nosotros con ellos , dirigieron la atención hacia el extremo norte del cardo .
Fue un presentimiento.
Y tirando de la manga de mi compañero le hice ver que devíamos retirarnos y alcanzar los atraques lo antes posible . Sugún nuestros cálculos , allí podríamos embarcar y poner proa al sur , a la segunda desembocadura del Jordán.
Eliseo protestó . ¿ Por qué huíamos ? No había tiempo para explicaciones . Tampoco le hablé del extraño presentimiento . Sólo quería poner tierra de por medio .
Pero el ingeniero , tozudo como una mula , pudo más que yo . Se plantó en medio de la calle y dijo que no daría un solo paso si no le proporcionaba una buena justificación .
No fue necesario . Los gritos , al fondo , y los dos sujetos que encabezaban la algarabía , hablaron por mí . Eliseo , comprendiendo , arrancó a toda velocidad . Yo me fui tras él , más rápido si cabe ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Pero , de improviso , el ingeniero se detuvo y miró hacia atrás . No sé cómo lo adivinó ...
Ruth se hallaba en la puerta de la casa de la Señora , medio oculta por la cortina de red .
Estoy seguro . Nuestras miradas se reunieron , una vez más . Fueron segundos . No podría describir o clasificar aquella mirada con exactitud . Sólo sé que sus ojos me llamaron en el más clamoroso de los silencios . Y obedecí . Entonces , aquel sentimiento - desconocido para mi - trepó hasta lo más alto de los cielos ...
Y Eliseo alzó la mano , despidiéndose . Ella , sin dejar de mirarme , respondió al saludo ...
Y ahora , sabiendo lo que sé , me pregunto con amargura : ¿ a quién saludó realmente ?
El Destino lo sabía ... Y conocía lo que nos aguardaba al otro lado del portalón .
Fue casi simultáneo . Al pisar la calle , cuando apenas habíamos dado unos pasos en dirección al muelle , oímos un vocerío . Comerciantes y transúntes , y nosotros con ellos , dirigieron la atención hacia el extremo norte del cardo .
Fue un presentimiento.
Y tirando de la manga de mi compañero le hice ver que devíamos retirarnos y alcanzar los atraques lo antes posible . Sugún nuestros cálculos , allí podríamos embarcar y poner proa al sur , a la segunda desembocadura del Jordán.
Eliseo protestó . ¿ Por qué huíamos ? No había tiempo para explicaciones . Tampoco le hablé del extraño presentimiento . Sólo quería poner tierra de por medio .
Pero el ingeniero , tozudo como una mula , pudo más que yo . Se plantó en medio de la calle y dijo que no daría un solo paso si no le proporcionaba una buena justificación .
No fue necesario . Los gritos , al fondo , y los dos sujetos que encabezaban la algarabía , hablaron por mí . Eliseo , comprendiendo , arrancó a toda velocidad . Yo me fui tras él , más rápido si cabe ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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