jueves, 17 de noviembre de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 7 - 23 de setiembre , domingo ( 12 )

Y el barco siguió alejándose . En el puerto , rabiosos , quedaron los perseguidores . Los puños de Nabú y del Kuteo , en alto , lo dijeron todo . El tabernero y el ladrón no perdonarían la burla con facilidad ...
Y antes de que la situación empeorase - aún más -, Eliseo , rápido de reflejos , depositó la bolsa de hule en las manos del patrón . El hombre , un fenicio que se volvía sordo , mudo , y ciego al contacto con el dinero , examinó el contenido y se llevó uno de los cinco denarios a la boca . Mordisqueó la plata y , satisfecho , aceptó la propuesta del ingeniero , gritando a los marineros :
- ¡ Rumbo a la << luna >> !
Y una vela blanca , cuadrada , se abrió por encima de nuestras cabezas . Y el carguero navegó hacia la laguna que formaba la segunda desembocadura del río sagrado - el Jordán - y que recibía el nombre de << Yeraj >> , la << Luna >> . Allí decidiríamos . Mejor dicho , allí decidiría nuestro << acompañante >> , el Destino ...
Fue entonces , al ver como Nahum se difuminaba en la distancia , cuando caímos en la cuenta de la naturaleza del barco al que habíamos ido a parar . Era lo que , en aquel tiempo y en aquel paraje  , llamaban mot ( literalmente , << muerte >> ).
Eliseo y yo , prudentes , nos retiramos a proa , contemplando la escena .
El patrón dio la órdenes  y una segunda vela , atravesada en el mástil de popa , se hinchó entre protestas , ayudando a la mayor . El viento , a esas horas ( poco más o menos la tercia , las 9 horas ), no había saltado aún sobre el yam . Y el mot cabeceó lento pero voluntarioso . La mesana era también blanca . Todo , en aquel pequeño carguero - de apenas doce metros de eslora - , era blanco . Obligatoriamente blanco...
El Fenicio regresó al remo que hacía de timón y mantuvo el rumbo . Después , tras acariciar de nuevo la plata entregada por mi compañero , hizo un gesto a los << pasajeros >> que ocupaban el centro de la cubierta . Y la mujer , toda de blanco , tocada con un largo velo , se inclinó sobre el cuerpo que yacía en el maderamen y , sin tocarlo , comenzó a lamentarse , gimiendo y braceando exageradamente . Poco a poco , los lamentos se intesificaron , y también los lloros .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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