Aunque no tuve tiempo material de apoyar la acción con las lentes de contacto , el resultado , afortunadamente , fue bueno . Aquel machete y el maldito vendedor de orina no bromeaban...
Y tomando buena nota . El << aviso >> no fue ignorado . Nos encontrábamos en un << ahora >> apasionante y peligroso al mismo tiempo . Era preciso extremar las precauciones .
Nos faltó tiempo para abandonar la taberna . En el exterior , cada cual seguía en sus quehaceres . Nadie se percató de lo ocurrido en el establecimiento de Nabú . Al menos , por el momento ...
E intentando no levantar sospechas , a buen paso , nos alejamos de aquel sector del cardo .
Eliseo examinó el contenido de la bolsa de hule . Sólo quedaban cinco denarios de plata y algunas monedas de bronce ( ases y leptas ) . El Kuteo se había dado prisa en quemar los otros cinco denarios ...
Al distinguir el muro de piedra que protegía la << casa de las flores >> , mi corazón se agitó . Pero ¿ por qué ? Mejor dicho , ¿ por quién ? . A esas alturas , yo sabía muy bien por quién ...
Cruzamos el portalón con cierta timidez . Los reencuentros con el Maestro y su familia siempre fueron así , un tanto inseguros por nuestra parte ...
El patio común se hallaba casi desierto . Caminábamos despacio . Al fondo , bajo el granado , sentada sobre las esteras y acunando al bebé entre los brazos , se encontraba Raquel , la hija de Esta y Santiago . Tenía los ojos bajos , posados sobre el niño . Oímos sonidos . Al principio no acerté a distinguir . Pensé que alguien rezaba o cantaba muy suavemente . Después fueron suspiros ; procedían de la casa de la SEñora .
No fue necesario saludar . La niña se percató de nuestra presencia y , rápida , cargando a Amós , se perdió tras la cortina de red de la primera estancia .
Al instante vimos aparecer a Esta . Detrás , la niña , agarrada , como siempre , a la túnica de la embarazada .
No supe muy bien qué decir . Deseábamos a ver a Jesús ...
La mujer no replicó . Se encaminó hacia la siguiente puerta - la de su suegra - y se perdió en la oscuridad del recinto .
Eliseo y yo , extrañados , nos miramos fugazmente . ¿ Qué sucedía ? ¿ Dónde estaba el Galileo ?
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y tomando buena nota . El << aviso >> no fue ignorado . Nos encontrábamos en un << ahora >> apasionante y peligroso al mismo tiempo . Era preciso extremar las precauciones .
Nos faltó tiempo para abandonar la taberna . En el exterior , cada cual seguía en sus quehaceres . Nadie se percató de lo ocurrido en el establecimiento de Nabú . Al menos , por el momento ...
E intentando no levantar sospechas , a buen paso , nos alejamos de aquel sector del cardo .
Eliseo examinó el contenido de la bolsa de hule . Sólo quedaban cinco denarios de plata y algunas monedas de bronce ( ases y leptas ) . El Kuteo se había dado prisa en quemar los otros cinco denarios ...
Al distinguir el muro de piedra que protegía la << casa de las flores >> , mi corazón se agitó . Pero ¿ por qué ? Mejor dicho , ¿ por quién ? . A esas alturas , yo sabía muy bien por quién ...
Cruzamos el portalón con cierta timidez . Los reencuentros con el Maestro y su familia siempre fueron así , un tanto inseguros por nuestra parte ...
El patio común se hallaba casi desierto . Caminábamos despacio . Al fondo , bajo el granado , sentada sobre las esteras y acunando al bebé entre los brazos , se encontraba Raquel , la hija de Esta y Santiago . Tenía los ojos bajos , posados sobre el niño . Oímos sonidos . Al principio no acerté a distinguir . Pensé que alguien rezaba o cantaba muy suavemente . Después fueron suspiros ; procedían de la casa de la SEñora .
No fue necesario saludar . La niña se percató de nuestra presencia y , rápida , cargando a Amós , se perdió tras la cortina de red de la primera estancia .
Al instante vimos aparecer a Esta . Detrás , la niña , agarrada , como siempre , a la túnica de la embarazada .
No supe muy bien qué decir . Deseábamos a ver a Jesús ...
La mujer no replicó . Se encaminó hacia la siguiente puerta - la de su suegra - y se perdió en la oscuridad del recinto .
Eliseo y yo , extrañados , nos miramos fugazmente . ¿ Qué sucedía ? ¿ Dónde estaba el Galileo ?
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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