Aquel descarado nepotismo de la familia Anás - situando a los miembros de sau << clan >> en los puestos clave del Templo - era un secreto a voces . La actuación del gobernador , por tanto , me pareció totalmente inverosímil .
Al llegar al final del corredor , Civilis abrió una puerta , dando paso a Pilato . Detrás , y por orden del centurión , entraron Jesús , Juan Zebedeo , otros dos oficiales y yo . El mercenario y los criados permanecieron fuera .
Al irrumpir en aquella estancia reconicí al instante el despacho oval donde había celebrado mi primera entrevista con el gobernador . El ala norte de la fortaleza se hallaba , pues , perfectamente conectada con la sala de audiencias de Poncio . Ahora comprendía por qué no había visto guardias en aquella puerta : era la que comunicaba posiblemente conlas habitaciones privadas y por la que había visto aparecer , en la mañana del miercoles , al sirviente que nos anunció la comida .
Poncio Pilato fue directamente a su mesa , invitando al Nazareno a que se sentara en la silla que había ocupado José de Arimatea . Juan , tímidamente , hizo otro tanto en la que yo había utilizado . Los oficiales se situaron uno a cada lado del rabí , mientras Civilis ocupaba su habitual posición en el extremo de la mesa , a la izquierda del gobernador . Yo , discretamente , procuré unirme al jefe de los cinturones .
La luz que irradiaba por el gran ventanal situado a espaldas del romano me permitió explorar con detenimiento el rostro del maestro . Jesús había abandonado en parte aquella actitud de permanente ausencia . Su cabeza aparecía ahora levantada . La nariz y el zigomático derecho ( zona malar o del pómulo ) seguían muy inchados , habiendo afectado , como temía , al ojo . En cuanto a la ceja izquierda , parecía bastante bien cerrada . Los coágulos de sangre de las fosas nasales y labios se habían secado , ennegreciendo parte del bigote y de la barba .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Al llegar al final del corredor , Civilis abrió una puerta , dando paso a Pilato . Detrás , y por orden del centurión , entraron Jesús , Juan Zebedeo , otros dos oficiales y yo . El mercenario y los criados permanecieron fuera .
Al irrumpir en aquella estancia reconicí al instante el despacho oval donde había celebrado mi primera entrevista con el gobernador . El ala norte de la fortaleza se hallaba , pues , perfectamente conectada con la sala de audiencias de Poncio . Ahora comprendía por qué no había visto guardias en aquella puerta : era la que comunicaba posiblemente conlas habitaciones privadas y por la que había visto aparecer , en la mañana del miercoles , al sirviente que nos anunció la comida .
Poncio Pilato fue directamente a su mesa , invitando al Nazareno a que se sentara en la silla que había ocupado José de Arimatea . Juan , tímidamente , hizo otro tanto en la que yo había utilizado . Los oficiales se situaron uno a cada lado del rabí , mientras Civilis ocupaba su habitual posición en el extremo de la mesa , a la izquierda del gobernador . Yo , discretamente , procuré unirme al jefe de los cinturones .
La luz que irradiaba por el gran ventanal situado a espaldas del romano me permitió explorar con detenimiento el rostro del maestro . Jesús había abandonado en parte aquella actitud de permanente ausencia . Su cabeza aparecía ahora levantada . La nariz y el zigomático derecho ( zona malar o del pómulo ) seguían muy inchados , habiendo afectado , como temía , al ojo . En cuanto a la ceja izquierda , parecía bastante bien cerrada . Los coágulos de sangre de las fosas nasales y labios se habían secado , ennegreciendo parte del bigote y de la barba .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto