sábado, 22 de abril de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 8 - 14 de enero , lunes ( 32 )

Lucas , finalmente , se hace eco de la versiónde Santiago , en lo que a la >> voz >> se refiere , e ignora el segundo testimonio , el de Judas También hermano carnal de Jesús . ¿ Quizá porque lo manifestado por el antiguo Zelota no se ajustaba a los intereses de Pedro y Pablo ? ¿ Por qué Lucas no escribe que la << voz >> que se dejó oír en el Artal era la de una Mujer ? ¿ Dios , mujer ? Imagino la cara de Pablo de Tarso  , uno de los principales informantes de Lucas , misógino a ultranza , al oír semejante despropósito ...
Y fue borrado , naturalmente , como tantos otros sucesos .
Cuando habíamos recorrido unos tres kilómetros , distinguí la ciudad de Pella , a la izquierda de la calzada , y en lo alto de una suave colina , casi a la altura del nivel del mar ( alrededor de << menos treinta metros >> ) . Conservaba una mediocre muralla de piedra y adobe , que la rodeaba por completo . El Trasiego de hombres y caballerías se intensificó . Y opté por aproximarme cuanto pude al Hijo del Hombre . Aunque destacaba por su altura , y por la túnica roja , hasta los tobillos , preferí no correr riesgos .
Jesús no se detuvo . Cruzó entre los inevitables vendedores , pícaros y mendigos , que atestaban el camino de acceso a las puertas de la ciudad griega , y continuó hacia el este . Entre los vendedores me llamó la atención un grupo que se movía sin cesar por la calzada , y que pregonaba la célebre agua de Fahil , << que hacía inmortal al que la consumía >> ... Cometí el error de detenerme a inspeccionar uno de los pellejos y , en segundos , cayó sobre este incauto explorador toda una tropa de aguadoras , caldeos o adivinos , << burritas >> negras , mercachifles , << guias >> de la ciudad , conductores de carros y hasta encantadores de serpientes . Unas tiraban de la túnica , gritándome no sé qué sobre sus respectivos burdeles , otros intentaban abrir el petate , y los más , a voz en grito , me metían los artículos por los ojos , ensayando en arameo , koiné y otras lenguas que no comprendí . Fue entonces cuando perdí de vista al Galileo ...
Me deshice , como Dios me dio a entender , de la enloquecida parroquia y corrí hacia ninguna parte . La aglomeración de gente , animales y mercancias no me permitía distinguir .
Y maldije mi mala estrella ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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