lunes, 24 de abril de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 8 - 14 de enero , lunes ( 37 )

Los perros eran dos hermosos ejemplares de la raza sloughi , tipo lebrel , de color leonado , listos y rápidos como el viento Eran excelentes guardianes y cazadores , capaces de percibir la presencia de un extraño mucho antes que sus dueños .
Mantuvieron orientados los puntiagudos hocicos hacia la senda , pero no arrancaron , como hubiera sido lo habitual en estos galgos . Una de las beduinas soltó la cuerda de la que tiraba , y se hizo con un bastón . Después se situó tras los sloughi , e intentó descubrir qué o quién se acercaba .
El pellejo , conel agua , quedó en suspenso , a mitad de camino . Guardaban silencio .
Y para sorpresa de todos, los lebreles se tranquilizaron e iniciaron un rápido y amigable movimiento de las largas y frágiles colas . Las beduinas comentaron algo , y se relajaron . La actitud de los perros fue decisiva .
Jesús llegó al pozo , y lo vi alzar la mano izquierda , en señal de saludo . Conversaron , aunque no pude oír , dada la distancia . Yo lo sabía , pero ahora me encontraba ante la confirmación : el Maestro entendía , y hablaba , algo de árabe .
Las mujeres prosiguieron con lo suyo y Jesús , pendiente del trípode de madera por el que subía el negro y chorreante cuero de carnero , que hacía las veces de cubo , esperó a que las jóvenes concluyeran el izado del pellejo . Los perros se acercaron y olisquearon al Maestro . Las colas no dejaban de agitarse .
Jesús , entonces , se colocó en cuclillas , y acarició a los sloughi. Sus manos se repartieron sobre los cráneos de ambos animales , que respondieron entusiasmados , lamiendo las barbas y el rostro del Galileo . Y fueron tales los lametones , u el empuje de los galgos , que terminaron por desequilibrar al recién llegado . El Hijo del Hombre cayó de espaldas , y los perros siguieron con su cordial recibimiento . El tropiezo del forastero terminó por provocar la risa en las esforzadas beduinas , que soltaron la cuerda , propiciando la caíada del cuero al fondo del pozo . Y las risas se multiplicaron .
Por último , fue el propio Jesús quien solicitó que le permitieran tirar del esparto , elevando de nuevo el agua .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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