jueves, 27 de abril de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 8 - 14 de enero , lunes ( 52 )

Algo más allá , también al norte , destacaban otras dos cumbres . En una de ellas , a 556 metros , distinguí el blanco y negro de una población más notable que Beit Ids . Eran casas de piedra y de cal , medio ahogadas también por los zayit . Se trataba de la aldea de Rakib , la que vimos anunciada en el cruce de caminos . Hacia el este , en la lejanía , visiualicé una octaba colina , de 778 metros , completamente pelada . Era la única , en aquel entorno , en la que no se había plantado el olivo . Me extrañó .
¿ Dónde estábamos ?
Los ladridos cesaron . Jesús , sin duda , entró en el lugar .
Y mis ojos , sin poder remediarlo , buscaron el saco de viaje del Galileo ...
¡ Maldita sea ! ¿ Qué me ocurría ? Jamás había sentido una inclinación tan ruin ...
Seguí las exploraciones .
La senda , digamos principal , por la que ascendimos hasta Beit Ids , continuaba hacia el este , supongo que indiferente ante aquellas cuatro casas . A no mucha distancia , el olivar la ocultaba , y le permitía aparecer , de vez en vez , entre las laderas . Su destino era El Hawi , otra población importante entre los badu .
Olivos y olivos y olivos ...
Salté de la peña y me aproximé al petate del Maestro . Volví a acariciar el tejido negro y tupido , y me dije : << Sólo tienes que abrirlo ..., sólo mirar . >>
Y los dedos , a pesar del << no >> , volaron hacia la cuerda que lo cerraba .
Deshice el nudo . Las manos me temblaban .
No podía dar crédito a lo que hacía ...
Entonces oí risas y voces .
Me puse en pie , como impulsado por un resorte .
Por la vereda que llevaba a las casas de adobe vi abanzar un grupo de gente . Eran niños ...
Por detras se distinguía la figura alta y corpulenta del Maestro . Alguien más marchaba a su lado .
Traté de serenarme . No habia pasado nada . No llegué a mirar en el interior del saco ...
Los niños , descalzos , vestidos con túnicas de colores , especialmente verdes y amarillas , caminaban a buen paso , en la dirección de este aturdido explorador . Dos de ellos cargaban sendas balas de paja sobre las cabezas .
¿ No pasó nada ? ¿ Cómo podía pensar algo así ? Lo había intentado . Estuve a punto de violar su intimidad ...
Supongo que palidecí . Nunca he sabido disimular ...
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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