sábado, 23 de agosto de 2014

Caballo de Troya - Tomo 1 - Nuevamente en Washington ( 32 )

Recogí algunas de las níspolas que habían caído sobre el césped y las guardé en mi bolsa. Por último , corté una pequeña rama y la deposité al pie de la lápida .
Poco a poco , con un sol moribundo a mis espaldas , fui alejándome de aquel lugar . No he vuelto a ver el frágil níspero de hojas verdes y diminutas que acompañaba al héroe norteamericano , pero ambos sabemos que aquella tarde , parte de mi corazón quedó en Arlington.
En mi plan original de fuga yo no había previsto , ni mucho menos , que el regreso fuese precisamente  por la puerta principal del hotel . Ahora que lo piensocon una cierta perspectiva  , de haber sabido entonces  que no existía  posibilidad de acceso  desde la callejuela  posterior a la escalera  de incendios  , lo más seguro es que no me hubiera jugado el todo por el todo  por aquella innecesaria comprobación  en el Cementerio Nacional de Arlington . Pero ya no podía echarme atras  . Soy hombre que acepta los riesgos y , además , encantado .
El crepúsculo había empezado a adormilar los colores de la gran ciudad cuando el taxi se detubo frente a la puerta giratoria de mi hotel . Mientras abonaba  la carrera  , respiré aliviado al reconocer frente a mi , a una veintena de pasos  , el turismo de mis perseverantes guardianes . O mucho me equivocaba  , o aquellos individuos  me creían  durmiendo a pierna suelta  . Pronto iba a comprobarlo...
Salté del taxi y crucé la acera  , mirando de reojo hacia mi izquierda . Aunque fue  cuestión de segundos  , pude percibir  cómo uno de los agentes  - el que permanecía al volante  - se agitaba , tocando con precipitación el hombro de su compinche  , que se hallaba leyendo un periódico . No sé que pudo suceder despues  . Me colé  en el hall como una exhalación , evetando el ascensor . Gracias al cielo , el recepcionista se encontraba de espaldas y presumo que no me vio desaparecer escaleras arriba
Jadeando y maldiciendo el tabaco irrumpí en mi habitación  , en el momento preciso en que sonaba el teléfono.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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