miércoles, 3 de junio de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 7 de abril , viernes ( 100 )

Poncio pidió a Civilis  que se aproximara y le susurró algo al oído . El centurión asintió con la cabeza . ( Aquella consulta confidencial - según supe  por el comandate en jefe de la legión - se había centrado en las informaciones  que obraban en poder del gobernador  y que , tal y como todos sabiamos  , señalaban que el complot contra el nazareno tenía unas raices pura y estrictamente religiosas . )
Pilato comprendió al momento que aquel << cambio >> en la estrategia de los sacerdotes obedecía únicamente  a su fanatismo y ciego odio hacia aquel visionario , que había  sido capaz de desafiar la autoridad del sumo pontífice  , ridiculizando a las castas sacerdotales  . Sin proponerselo , Caifás y sus esbirros habían conseguido con aquel engaño que Poncio Pilato se inclinase ya , desde un principio , no en favor de Jesús  - a quien prácticamente ignoraba  - sino en contra  de aquella << ralea de mala madre >> , según palabras  del propio romano . ( Era sumamente importante  tener en cuenta estos hechos de cara a la conducta y a los sucesivos  intentos del representante del emperador por liberar al Maestro . Nada hubiera satisfecho más su desprecio hacia la suprema autoridad judía que hacerles morder el polvo , poniendo en libertad al prisionero . )
Pero los acontecimientos  - a pesar del gobernador - iban a tomar caminos insospechados ...
Poncio guardó silencio . Dirigió una mirada de desprecio a los jueces y descendiendo los escalones por segunda vez se habrió paso hasta el Galileo . Una vez allí , ante la expetación general , preguntó al Maestro qué tenía que aleguar en su defensa . Jesús no levantó el rostro .
Civilis , que había seguido los pasos de su jefe , levantó el bastón de vid , dispuesto a golpear al galileo por lo que consideró una falta de respeto . Pero Poncio le detuvo . Aunque su confusión y disgusto eran cada vez mayores , el romano comprendió que aquél no era el escenario más idoneo para interrogar al prisionero . La sola presencia de los saneditras podía suponer un freno , tanto pa él como para el reo . Y volviéndose hacia el primer centurión dio las órdenes para que condujeran al gigante al interior de su residencia .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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