viernes, 27 de enero de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 8 - 4 de noviembre , domingo ( 4 )

Traté de pensar , al tiempo que recuperaba el aliento .
¿ Por qué miraba el río con tanta atención ?
El << manto >> de cabello humano había sido retirado y guardado en el zurrón blanco que colgaba en bandolera .
Me aproximé despacio y en guardia . Las reacciones de aquel hombre eran imprevisibles .
No se movió , aunque estoy seguro de que sintió mi proximidad . Y durante varios minutos permaneció en la misma postura , inmutable , con la lluvia resbalando por la correosa y quemada piel . En el cauce del Jordán no había nada que pudiera requerir su atención . Yo , al menos , no alcancé a distinguirlo . Las aguas , con las primeras lluvias , arrastraban maleza y sedimentos , que chocaban y se atascaban entre las pilastras . Todo era silencio ; un silencio discretamente interrumpido por el rumor de la corriente , por el suave choque de la lluvia contra el barril de Yehohanan y las ropas y por los lejanos truenos , amortiguados por la distancia .
Entonces , ante mi desconcierto , repitió el gesto.
Giró hacia quien esto escribe y volvió a llevar el dedo índice izquierdo a los gruesos labios .
- ¡ Escucha ! - susurró con aquella voz rota -. ¡ Escucha atentamente , << Ésrin >> !
Y , como un idiota , presté atención a cuanto me rodeaba . Yo no había oído nada extraño y , por supuesto , fui incapaz de distinguir lo que sugería el hombre de la << mariposa >> en el rostro . Sus ojos , endiablados , me atravesaron , esperando una respuesta . Terminé desviando la mirada , incómodo ante las << pupilas >> rojas y el persistente nistagmo o movimiento vertical del ojo . Lo he dicho en otras oportunidades : aquel rostro y , sobre todo , aquella mirada no eran fáciles . No era de extrañar que la gente se sintiera atemorizada .
Supongo que esperó una confirmación . Pero << Ésrin >> o << Veinte >> , como me llamaba , no acertó a despegar los labios . No le importó . no insistió . Creo que , incluso , me ignoró . Tomó de nuevo la colmena de colores y caminó hacia el final del puente , ahora sin prisa .
Era la segunda vez que me desconcertaba en aquel enigmático caminar hacia no sabía dónde . Y al principio - como un perfecto estúpido - no comprendí...
El Destino , sin embargo , sabía lo que hacía.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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