sábado, 14 de enero de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 7 - 27 de octubre , sábado ( 5 )

Mi primera impresión , en aquellos momentosfue de confusión . Recordaba el lugar , pero lo habíamos cruzado a buen paso , sin fijar ninguna referencia de importancia . Sólo vi palmeras . Bosques y bosques de palmeras  , y al frente , a la izquierda  del camino , la línea verde y negra de la jungla del Jordán . El río podía hallarse a dos kilómetros de la referida aldea de Salem.
¿ Aldea ?
Observé con detenimiento . Entre los palmerales y los huertos se presentó ante este explorador  un puñado de casas , no más de veinte , desordenadas , rojas por la arcilla  y cubiertas en la techumbre  por el amarillo de las hojas de palma  , ya mustias por el implacable sol del valle . Lo más adecuado sería emplear el término villorrio ...
Y caminé decidido hacia el simulacro de pueblo . No convenía arriesgarse . Primero reuniría toda la información posible . Después buscaría a Yehohanan. Ahora era << Ésrin>> o el << heraldo >> número veinte . No debía olvidarlo .
E imaginé que Enaván era un lugar cercano a Salem . En arameo significaba << manantiales o fuentes >> . El Bautista , probablemente , se había instalado en algún torrente o corriente de agua próximos . Por supuesto , conociendo sus estrictas costubres , debían de ser aguas << puras >> .
Me adentré en la aldea , espantando a los únicos seres vivos que desafiaban el intenso calor  : corros de alborotadoras gallinas negras  y nubes de moscas . Jamás había visto tantas . Pronto se se convirtieron en una segunda túnica ...
El << pavimento >> de Salem también era diferente de todo lo que llevaba visto . Estaba formado por conchas marinas . ¡ Cientos de miles de conchas blancas , restos del primitivo mar de Lisán !
Era un buen sistema para mantener las << calles >> (?) medianamente limpias y para advertir la proximidad de cualquier intruso . Los crujidos eran inevitables y delatadores .
Salem era un lugar especial . No tardaría en comprobarlo . El Destino , una vez más , sabía lo que hacía ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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