domingo, 15 de enero de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 7 - del 28 de octubre al 4 de noviembre ( 1 )

A la mañana siguiente , al alba , más calmado , crucé el villorrio y me dirigí a la zona que llamaban << Enaván >>  ( hoy conocida también como Enón o Ainot Mechatzetsim ). Aquella casa y sus habitantes ejercieron sobre mí un benéfico influjo . Fue Saúl , muy probablemente , quien me proporcionó las fuerzas y la claridad mental necesarias para continuar ...
Las <<  fuentes >> o << manantiales >> era un lugar paradisiaco . Se encontraba más cerca de lo que suponía . Un caminillo rojo , embarrado por las últimas lluvias , partía de Salem y guiaba al caminante , sin pérdida , hasta una amplia llanura en la que dormían , plácidos , cinco o seis lagos de escasa profundidad y aguas azules , como los cielos del Jordán . Conté doscientos metros , aproximadamente , hasta el primero de los lagos . En realidad , un paseo desde la casa de Abá Saúl.
Los campesinos , madrugadores , se afanaban en los huertos y las plantaciones de palmeras existentes entre las lagunas . Por detrás , a lo lejos , entre los  mástiles negros de los bosques , se asomaba , timida , la línea verde e intrincada de la jungla , un territorio en el que no había penetrado , de momento .
El grupo de Yehohanan no se hallaba lejos . Según los felah , junto al árbol de << hierro >> , en el << tercer lago >> . Sólo debía rodear dos de los yam . No tenía pérdida .
Y así lo hice . En realidad , al aproximarme , observé que no se trataba de lagunas propiamente dichas . El agua nacía en generosos manantiales - conté seis , repartidos por la planicie -, quedaba remansada y , finalmente , huía en torrenteras hacia la línea de la jungla . Eran los laboriosos felah quienes habían sabido aprovechar los caudales , convirtiendo la la zona en una excelente reserva de agua . Para ello , habían cerrado las salidas naturales con poderosas barreras de troncos , creando embalses y una red de canales que regaba las plantaciones y llegaba hasta Mehola .
Una espesura de cañas , tamariscos , los llamados arbustos de Abraham y voluntariosas adelfas peleaban en las orillas , disputándose cada palmo de aquella tierra roja y fértil como pocas . En las aguas , atentas , observaban cientos de garzas grises y blancas , pendientes de la comida y de los inoportunos intrusos . Algunas , al descubrirme , se alejaron prudentes o levantaron el vuelo , cambiando de lago .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

No hay comentarios:

Publicar un comentario

puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto