domingo, 8 de enero de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 7 - 19 de octubre , viernes ( 38 )

Yo entré en primer lugar pero , sinceramente , casi no vi nada . La estancia , escasamente alumbrada por un par de lámparas , alojadas en otras tantas hornacinas practicadas en los muros , fue como boca de lobo para este torpe explorador . Y en el afán de dejar paso a mi compañero me hice a un lado . Eso fue lo peor que pude hacer...
Tropecé con un bulto y , sin poder remediarlo , perdí el equilibrio y caí sobre el enlosado.
Lo siguiente que recuerdo es el llanto del bebé y las palabras de consuelo de la hija mayor de Santiago y Esta . Palabras de consuelo para Amós , naturalmente ...
Santiago se apresuró a auxiliarme . Acudió con una de las lucernas e iluminó la escena y a este inútil  larguirucho  . Eliseo recogió la << vara de Moisés >> y me interrogó . Todo estaba bien , salvo mi ánimo , nuevamente por los suelos .
En mi torpeza , como digo , no distinguí a Raquel , la niña del citado matrimonio , que sostenía entre los brazos al benjamín de la familia . Di gracias al cielo . Después de todo , el tropezón fue con la pequeña . No sé qué hubiera sucedido de haber pisado al bebé ...
Esta , la madre , también acudió . Tomó al niño y salió de la habitación . Detrás , cogida a la túnica , la siguió la providencial niña .
Me alcé y , lentamente , fui acostumbrándomo a la penumbra .
Ella no estaba en el lugar . Me sentí mejor ...
Y al pasear la mirada por la habitación , descubrí al Maestro . Se hallaba de pie , en lo alto del nivel superior , contemplándome . La estancia era muy similar a la que había visitado en la casa de José y María , en Nazaret : dos niveles ( el más elevado , a cosa de un metro del suelo , era utilizado habitualmente para cocinar y dormir ). En el inferior , cubierto por esteras , se reunía la familia a la hora de comer , conversar o recibir a los amigos e invitados .
Jesús levantó la mano izquierda e indicó que me acercara . Subí los escalones de piedra y llegué hasta Él . Sostenía un pequeño soplador circular de esparto con el que solían avivar el fuego . Me lo entregó y , por todo comentario , sonriendo pícaramente , exclamó :
- Ven , aprende a mantener vivo el ur...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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