miércoles, 8 de marzo de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 8 - del 17 al 30 de diciembre ( 5 )

Aunque nacidos en Nahum , ambos residían en la vecina aldea de Saidann . Trabajaban en el lago , en lo que fuera menester . A veces en la pesca , en ocasiones como cargadores , y también en los astilleros . Conacían sobradamente a los Zebedeo . El padre de Andrés y de Pedro ( en esos momentos , su nombre era Simón ) había sido socio del viejo Zebedeo , al igual que José , el padre terrenal del Galileo .
Andrés permanecía soltero . Vivía con sus hermanas . Simón estaba casado . Tenía tres hijos .
No percibí muchos canbios en sus respectivos aspectos físicos .
Andrés sumaba treinta y dos o treinta y tres años . Era relativamente mayor , para aquel tiempo , en el que la expectativa media de vida , en los varones , difícilmente superaba los cuarenta y cinco años . Jesús era más joven . En agosto , como se recordará , había hecho treinta y uno .
Su estatura era similar a la de su hermano ( alrededor de 1,60 metros ) . Y , al igual que en el año 30 , se presentaba tímido y reservado . Siempre lo conocí como un hombre serio y distante . Parecía permanentemente preocupado .
A diferencia de Simón , su lámina era impecable , tanto en el afeitado como en los cabellos , limpios y brillantes , y en la túnica o en el manto . Casi siempre aparecía armado , con un gladius en la faja , o colgado del ceñidor .
Su hermano , más grueso que en el año 30 , era algo más joven . La primera vez que lo vi me equivoqué , y estimé que Simón era uno de los discipulos de más edad . Entoces consideré que podía rondar los cuarenta . No era así . En ese año 25 , el que llegaría a ser líder de los seguidores de Jesús de Nazaret , rondaba los treinta años . La calvicie , más que notable , y el rostro , acribillado por las arrugas , no le favorecían . La barba , cana y descuidada , contribuía también a la confusión.
Me miró y capté un chispazo de simpatía . Le caí bien , desde el principio . Quizá fue la presentación de Abner , más que elogiosa , o quizá el hecho de que supe sostener su mirada . Los ojos claros del entonces discípulo del Anunciador eran los mismos , espontáneos y amigos para el amigo . También iba armado , con una de aquellas temibles espadas de doble filo , el gladius hispanicus , habitualmente utilizado por el ejército romano . La ocultaba entre las ropas , en una funda de madera .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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