miércoles, 15 de marzo de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 8 - del 17 al 30 de diciembre ( 33 )

Una segunda oleada de squids  empezó a dibujar un panorama menos alentador . Al interrumpir la medicación en la garganta del Firán , la << resaca psíquica >>  prosiguió su avance destructor en otras direcciones . El NO se mantuvo temporalmente << dormido >> , arrinconado en su antigua frontera . Pero las mutaciones del ADN mitocondrial afectaron a otros sistemas , propiciando alteraciones que , a su vez , se tradujeron en abatimiento generalizado , fugaces pérdidas de memoria , confusión , y fulminaciones , por posibles secuestros del flujo sanguíneo a nivel de arterias vertebrales ( << robo de subclavia >> ) . Esto explicaba por qué caí fulminado en dos oportunidades , con grave riesgo de perder la vida .
Pero había más ..
La disociación entre el consciente y el subcosciente , una de las más graves consecuencias de las sucesivas inversiones axiales de los ejes de los awivels , despertó a otro poco recomendable enemigo : el estrés , afilado como una cuchilla de afeitar . El subconciente , siempre más sabio , dio la voz de alerta . Algo no iba bien . Y apareció un miedo poco común , sin explicación aparente . Un miedo que me persiguió , especialmente en el Firán . De inmediato , ante la alerta interior , se activaban los centros de razonamiento de la corteza , desencadenando el proceso para combatir el estrés . Las vías neuroquí micas se ponían en marcha . La amígdala cerebral recibía el mensaje y liberaba la hormona de corticotropina , estimulando el tallo cerebral que , a su vez , despertaba al sistema nervioso simpático . Finalmente , las glandulas suprarrenales producían la adrenalina , que debería actuar sobre corazón , músculos y pulmones , preparándomo para una posible << huida >> o , quizá , para el << combate >> . El problema es que esa alerta interior no podía ser reducida con la hormona del estrés . No era una amenaza << visible >> para el organismo . Y las descargas de adrenalina sólo creaban confusión en mi ya confuso cerebro ...
Autor : J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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