lunes, 27 de marzo de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 8 - del 1 al 5 de enero ( año 26 ) ( 9 )

En definitiva , los kui terminaron formando parte de la vida de aquellos rústicos hombres . Era como una liturgía , sólo imaginable en la tala de invierno , junto al fuego y entre los bosques .
A su manera , en lo más íntimo , cada cual deseaba ser un kui . Era un inquietud innata , propia del ser humano y que el Hijo del Hombre supo remover admirablemente . Pero trataré de no desviarme ...
Llegado el momento , nos acomodá bamos alrededor de la hoguera . Los cocineros servían la cena con prisa y el silencio . Se comentaban las incidencias del día , pero las miradas , prácticamente todas , estaban pendientes de Yu . El chino , sin embargo , simulaba no darse cuenta . Y proseguía la conversación con los hoteb más cercano , aparentemente ajeno a lo que realmente interesaba . Era como un juego previo . Si Yu se demoraba más de lo aconsejado , la parroquia se ponía de acuerdo y coreaba :
- ¡ Kui ! ... ¡ Kui ! ...
Yu sonreía . Era la primera señal . Y seguía hablando . Entonces , la concurrencia silbaba .
La primera noche , por las circunstancias ya referidas , no presté atención a los detalles . Después me integré , y disfruté como un niño .
Jesús , en primera fila , con las estilizadas y velludas manos abiertas hacia el calor del fuego , era el primero en silbar , impaciente y feliz . Los ojos le brillaban .
Los silbidos eran la segunda señal . Yu se levantaba , dejaba a un lado la escudilla de madera , y , ceremonioso , buscaba uno de los tajos de la cocina , astuta y deliberadamente arrimado a la hoguera por los leñadores . Previamente , los cocineros habían aseado el nudoso tronco de olmo sobre el que partían la carne y el pescado . Dada la escasa talla del naggar , los astilleros favorecieron al tocón con tres patas de madera , permitiendo así que yu fuera visible desde cualquier ángulo del mahaneh . Entonces , cada noche , se repetía la misma escena . ¡ Era increíble ! Yu tomaba asiento y se producían las protestas . Al sentarse en círculo , en torno a las llamas , una parte de los trabajadores quedaba mirando la espalda del chino . No lo consentían . Los afectados - ¡ siempre los mismos ! - se levantaban airados y corrían al extremo opuesto , atropellando y pisoteando a los colegas .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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