y , aturdido , eché mano a la bolsa de hule . Pero , cuando me disponía a abrirla , varias de las carrascas situadas a cinco o seis metros oscilaron violentamente . Sentí cómo la sangre se enfriaba en mis venas ....
<< Algo >> avanzaba hacia mí . Era una sombra baja y alargada .¡ No ! , dos ...
Retrocedí un par de pasos , pero con tan mala fortuna que tropecé en uno de los peñascos , desplomándome estrepitosamente ... Pulsé la conexión auditiva .
- ¡ Dios !
- ¡ Jasón ! ... ¿ Que sucede ?
Eliseo había escuchado mi exclamación y , alarmado , abrió la conexión auditiva .
No hubo tiempo para una respuesta . Los bultos se habían detenido y , casi simultáneamente , emitieron unos agudos y y estremecedores aullidos .
- ¡ Jasón ! - insistió mi hermano-. ¿ Qué ha sido eso ? ¡ Responde !
Me incorporé de un salto . Un nuevo y despiadado escalofrío tensó los cabellos de mi nuca , erizándolos como clavos .
- ¡ No ... lo ...sé ! repliqué sin aliento -. ¡ Parecen chacales ! ...¡ O quizá perros salvajes !
Yo había tenido ocasión de contemplar en mi anterior exploración algunas de las manadas de perros asilvestrados - mitad lobos , mitad chacales comunes o Canis aureus , tan peligrosos como sus congéneres , los africanos de lomo negro o los bandeados - deambulando por los alrededores de la Ciudad Santa y devorando carroña . Aquellos famélicos , ariscos y peligrosos perros - chacales , muy distintos a los canes domésticos que hoy conocemos , eran una pesadilla para el infortunado peregrino que viajaba solo . Y aquel desfiladero y el basurero ubicado al sur - la célebre Géhene - constituían un territorio muy propicio para sus correrías.
Las sombras fueron acercandose .
- ¡ Jasón !...
Cuando los tuve a poco más de tres o cuatro metros , dos pares de ojos semirrasgados y de color miel relampaguearon en la oscuridad . Y levantando la cabeza , arreciaron en sus aullidos , que rebotaron una y otra vez entre las paredes de la barranca .
Autor : j.j. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
<< Algo >> avanzaba hacia mí . Era una sombra baja y alargada .¡ No ! , dos ...
Retrocedí un par de pasos , pero con tan mala fortuna que tropecé en uno de los peñascos , desplomándome estrepitosamente ... Pulsé la conexión auditiva .
- ¡ Dios !
- ¡ Jasón ! ... ¿ Que sucede ?
Eliseo había escuchado mi exclamación y , alarmado , abrió la conexión auditiva .
No hubo tiempo para una respuesta . Los bultos se habían detenido y , casi simultáneamente , emitieron unos agudos y y estremecedores aullidos .
- ¡ Jasón ! - insistió mi hermano-. ¿ Qué ha sido eso ? ¡ Responde !
Me incorporé de un salto . Un nuevo y despiadado escalofrío tensó los cabellos de mi nuca , erizándolos como clavos .
- ¡ No ... lo ...sé ! repliqué sin aliento -. ¡ Parecen chacales ! ...¡ O quizá perros salvajes !
Yo había tenido ocasión de contemplar en mi anterior exploración algunas de las manadas de perros asilvestrados - mitad lobos , mitad chacales comunes o Canis aureus , tan peligrosos como sus congéneres , los africanos de lomo negro o los bandeados - deambulando por los alrededores de la Ciudad Santa y devorando carroña . Aquellos famélicos , ariscos y peligrosos perros - chacales , muy distintos a los canes domésticos que hoy conocemos , eran una pesadilla para el infortunado peregrino que viajaba solo . Y aquel desfiladero y el basurero ubicado al sur - la célebre Géhene - constituían un territorio muy propicio para sus correrías.
Las sombras fueron acercandose .
- ¡ Jasón !...
Cuando los tuve a poco más de tres o cuatro metros , dos pares de ojos semirrasgados y de color miel relampaguearon en la oscuridad . Y levantando la cabeza , arreciaron en sus aullidos , que rebotaron una y otra vez entre las paredes de la barranca .
Autor : j.j. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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