Tanto uno como otro , al igual que la mayoría de los seguidores de Jesús que yo había tenido ocasión de contemplar hasta esos momentos , traían en sus rostros el agotador cansancio de dos días y dos noches de vigilia , la angustía y el horror de la tragedia y , sobre todo en el caso de David Zebedeo , una chispa de esperanza en sus ojos .
Ambos se alegraron al verme . Y José , sabedor desde un principio de la existencia de la férrea vigilancia del panteón , elogió mi presencia en el lugar , comparándola con la << mezquina y cobarde actitud >> de muchos de los íntimos del Maestro . Traté de disuadirle , pero el anciano , cambiando de conversación , nos preguntó por lo que constituía el verdadero motivo de la visita de ambos a su propiedad : El sepulcro . Las mujeres que habían acompañado aquella madrugada a la de Magdala - nos aclararon -, después de transmitir a los apóstoles las noticias de la tumba vacía , de la desparición de las patrullas y de la supuesta presencia en el jardín , acudieron a la mansión de José , poniendo en conocimiento de la hija de éste y de las restantes hebreas todo lo que - según ellas - habían visto y oído . Poco despues , la hija del de Arimatea y las cuatro testigos en cuestión se presentaron en la casa de Nicodemo . Allí estaban David Zebedeo y el anciano miembro del Sanedrín . Repitieron su historia , pero , según las propias palabras de José , casi todos dudaron de la veracidad dem tales hechos . Sobre todo , del poco creible asunto de la resurrección del Nazareno . Tanto nicodemo como los discípulos que se ocultaban en la casa se inclinaron a creer que el cadáver podía haber sido robado . Sólo David y Jose recordaban las promesas del Hijo del Hombre y , movidos por la esperanza y la curiosidad - en el caso de José , esta última pesaba bastante más que la primera -, tomaron la decisión de acudir a la cripta e intentar aclarar el enigma .
David apenas abriçó la boca . Contempló la explanada con minuciosidad y , acto seguido , temblando de impaciencia , rogó al anciano que no perdieran más tiempo y que le precedieran en el ingreso en la tumba . José asintió y , a una señal suya , el hortelano encabezó la reducida comitiva . Yo , cautelosamente , me quedé atrás y aguardé en mitad de las escaleras . Durante los minutos - no muchos - que duró la nueva constatación , un pensamiento , casi una obsesión , me atormentó sin piedad :
<< ¿ Y si aquella segunda aparición hubiera sido cierta ? >>
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Ambos se alegraron al verme . Y José , sabedor desde un principio de la existencia de la férrea vigilancia del panteón , elogió mi presencia en el lugar , comparándola con la << mezquina y cobarde actitud >> de muchos de los íntimos del Maestro . Traté de disuadirle , pero el anciano , cambiando de conversación , nos preguntó por lo que constituía el verdadero motivo de la visita de ambos a su propiedad : El sepulcro . Las mujeres que habían acompañado aquella madrugada a la de Magdala - nos aclararon -, después de transmitir a los apóstoles las noticias de la tumba vacía , de la desparición de las patrullas y de la supuesta presencia en el jardín , acudieron a la mansión de José , poniendo en conocimiento de la hija de éste y de las restantes hebreas todo lo que - según ellas - habían visto y oído . Poco despues , la hija del de Arimatea y las cuatro testigos en cuestión se presentaron en la casa de Nicodemo . Allí estaban David Zebedeo y el anciano miembro del Sanedrín . Repitieron su historia , pero , según las propias palabras de José , casi todos dudaron de la veracidad dem tales hechos . Sobre todo , del poco creible asunto de la resurrección del Nazareno . Tanto nicodemo como los discípulos que se ocultaban en la casa se inclinaron a creer que el cadáver podía haber sido robado . Sólo David y Jose recordaban las promesas del Hijo del Hombre y , movidos por la esperanza y la curiosidad - en el caso de José , esta última pesaba bastante más que la primera -, tomaron la decisión de acudir a la cripta e intentar aclarar el enigma .
David apenas abriçó la boca . Contempló la explanada con minuciosidad y , acto seguido , temblando de impaciencia , rogó al anciano que no perdieran más tiempo y que le precedieran en el ingreso en la tumba . José asintió y , a una señal suya , el hortelano encabezó la reducida comitiva . Yo , cautelosamente , me quedé atrás y aguardé en mitad de las escaleras . Durante los minutos - no muchos - que duró la nueva constatación , un pensamiento , casi una obsesión , me atormentó sin piedad :
<< ¿ Y si aquella segunda aparición hubiera sido cierta ? >>
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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