Fuimos a sentarnos en la segunda piedra , la que se hallaba tirada en el centro del Callejón , y empezamos a discutir entre nosotras . Ni José ni Nicodemo nos habían insinuado que el cuerpo debiera ser trasladado . Llegamos a enfadarnos , incluso , molestas por lo que estimábamos una falta de delicadeza . Pero , casi al momento , rechazamos esta posibilidad . El hurto tenía que ser obra de otras personas . Seguramente , comentamos , los responsables han sido Caifás y sus ratas ... Además , había otro detalle inexplicable . Cuando empezó a clarear , con algo más de luz y serenidad , entramos de nuevo en la tumba , confirmando el extraño orden de los lienzos .
Aquello me interesaba sobremanera . Y simulando no haber entendido , les rogué que repitieran sus explicaciones . Efectivamente , las mujeres - más perpiscaces que los hombres para estas cuestiones - también habían reparado en la singular disposición de la sábana y del pañolón .
- Era muy raro - insistieron -. Si alguien roba un cadáver , ¿ por qué ve a entretenerse en dejar la sábana tan bien dispuesta ?
En aquellos momentos de confusión , a pesar de la evidencia de la mortaja , la Magdalena y sus compañeras siguieron empeñadas en que todo aquello era obra humana . Tuvo que suceder << algo >> muy especial para que empezaran a entender ....
- El primer toque de las trompetas del Templo - avanzó la de Magdala - nos sacó de tan enmarañada discusión . Y nos disponíamos regresar para comunicar estos sucesos cuando , de improviso , al subir las escaleras del panteón , vimos a un hombre bajo los árboles .
- ¿ Y cómo supisteis que era un hombre ?
La súbita pregunta de Simón Pedro llevaba una irritante carga de ironía . Y la mayoría de los discípulos rió la ocurrencia .
El rostro de la Magdalena volvió a endurecerse . En ese momento reparé en el jarrón de barro situado sobre la mesa . Allí continuaban los manojos de espliego y los lirios blancos y morados que yo había arrancado en los alrrededores de Getsemaní y que habían adornado la << U >> durante la última cena . Consevaban aún buena parte de su fragancia y lozanía . Y en un desesperado intento por aliviar la tensión y demostrar mi fe en las palabras de la hebrea , alargué el brazo , tomando una de las delicadas flores . Me incorporé , abrí las palmas de sus manos y , con una dulce sonrisa , le supliqué que la aceptara . María , consternada , pasó del dolor y la rabia a la gratitud . Regrsé a mi diván y , ante el estupor de los mordaces discípulos y la mirada de aprobaciónde Juan Marcos , le hice ver que ardía en deseos de conocer el resto .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Aquello me interesaba sobremanera . Y simulando no haber entendido , les rogué que repitieran sus explicaciones . Efectivamente , las mujeres - más perpiscaces que los hombres para estas cuestiones - también habían reparado en la singular disposición de la sábana y del pañolón .
- Era muy raro - insistieron -. Si alguien roba un cadáver , ¿ por qué ve a entretenerse en dejar la sábana tan bien dispuesta ?
En aquellos momentos de confusión , a pesar de la evidencia de la mortaja , la Magdalena y sus compañeras siguieron empeñadas en que todo aquello era obra humana . Tuvo que suceder << algo >> muy especial para que empezaran a entender ....
- El primer toque de las trompetas del Templo - avanzó la de Magdala - nos sacó de tan enmarañada discusión . Y nos disponíamos regresar para comunicar estos sucesos cuando , de improviso , al subir las escaleras del panteón , vimos a un hombre bajo los árboles .
- ¿ Y cómo supisteis que era un hombre ?
La súbita pregunta de Simón Pedro llevaba una irritante carga de ironía . Y la mayoría de los discípulos rió la ocurrencia .
El rostro de la Magdalena volvió a endurecerse . En ese momento reparé en el jarrón de barro situado sobre la mesa . Allí continuaban los manojos de espliego y los lirios blancos y morados que yo había arrancado en los alrrededores de Getsemaní y que habían adornado la << U >> durante la última cena . Consevaban aún buena parte de su fragancia y lozanía . Y en un desesperado intento por aliviar la tensión y demostrar mi fe en las palabras de la hebrea , alargué el brazo , tomando una de las delicadas flores . Me incorporé , abrí las palmas de sus manos y , con una dulce sonrisa , le supliqué que la aceptara . María , consternada , pasó del dolor y la rabia a la gratitud . Regrsé a mi diván y , ante el estupor de los mordaces discípulos y la mirada de aprobaciónde Juan Marcos , le hice ver que ardía en deseos de conocer el resto .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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