Aquellos minutos me ayudaron a recobrar el resuello . Confirmé a Eliseo mi posición y este , prudentemente , re recordó que eran las 09 horasy que tenía 90 munutos para retornar a la << cuna >> . No lo había olvidado . Pero antes debía ingeniármelas para sustraer temporalmente una de las piezas vitales en todo aquel enredo y , por supuesto , en nuestra nueva << exploración >> .
No tuve que esperar mucho . A los pocos segundos de cerrar la connexión auditiva , Juan se presentó en la bifurcación del sendero que nacía en la cancela de entrada de la finca . Venía sudoroso , muy agitado , respirando escandalosamente por la boca u con sus negros y grandes ojos desorbitados . En su rostro había una mezcla de miedo y esperanza .
Antes de elegir el ramal que conducía al sepulcro dedicó unos instantes a inspeccionar los alrededores . El joven discípulo sabía lo de la guardia y , aunque la de Magdala había repetido que el lugar estaba desierto , optó por cercionarse . Convencido de que la zona se hallaba en calma , dio unos cuantos y cautelosos pasos , deteniendose al descubrir los esparcidos mantos de los levitas . Aquello le sorprendió . Se agachó y , tomando uno de los bastones , masculló con rabia :
- ¡ Bastardos !
Soltó el arma con asco y , secándose el sudor de la frente con la amplia manga izquierda de su túnica color hueso , miró al frente , directamente a los peldaños que descendían al foso o antesala de la cueva funeraria . Dudó . Y al bajar el primer escalón quedó inmóvil . Volvió la cabeza en dirección a la vereda por la que había llegado y , con una mueca de impaciencia ante la tardanza de su amigo , se encogió de hombros . Lo vi salvar las breves escaleras y detenerse de nuevo en el estrecho callejón . Al hallarse de espaldas no pude saber cuál fue su reacción ante la visión de las rocas removidas . Seguía indeciso . Se situó frente a la boca de la cueva y , tras lanzar una segunda ojeada a sus espaldas , se inclinó , intentando escrutar el oscuro interior de la cripta . Así permaneció , en cuclillas y con la mano izquierda apoyada en el filo superior de la losa circular que medio taponaba la entrada , hasta que unos resoplidos y dramáticos jadeos le alertaron y obligaron a girar por tercera vez . Era Pedro.
Aunque , en efecto , yo le había visto salir el primero de la mansión de los Marcos , su mayor edad y la nada despreciable grasa que se acumulaba en su vientre y lomos lo habían dejado rezagado .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No tuve que esperar mucho . A los pocos segundos de cerrar la connexión auditiva , Juan se presentó en la bifurcación del sendero que nacía en la cancela de entrada de la finca . Venía sudoroso , muy agitado , respirando escandalosamente por la boca u con sus negros y grandes ojos desorbitados . En su rostro había una mezcla de miedo y esperanza .
Antes de elegir el ramal que conducía al sepulcro dedicó unos instantes a inspeccionar los alrededores . El joven discípulo sabía lo de la guardia y , aunque la de Magdala había repetido que el lugar estaba desierto , optó por cercionarse . Convencido de que la zona se hallaba en calma , dio unos cuantos y cautelosos pasos , deteniendose al descubrir los esparcidos mantos de los levitas . Aquello le sorprendió . Se agachó y , tomando uno de los bastones , masculló con rabia :
- ¡ Bastardos !
Soltó el arma con asco y , secándose el sudor de la frente con la amplia manga izquierda de su túnica color hueso , miró al frente , directamente a los peldaños que descendían al foso o antesala de la cueva funeraria . Dudó . Y al bajar el primer escalón quedó inmóvil . Volvió la cabeza en dirección a la vereda por la que había llegado y , con una mueca de impaciencia ante la tardanza de su amigo , se encogió de hombros . Lo vi salvar las breves escaleras y detenerse de nuevo en el estrecho callejón . Al hallarse de espaldas no pude saber cuál fue su reacción ante la visión de las rocas removidas . Seguía indeciso . Se situó frente a la boca de la cueva y , tras lanzar una segunda ojeada a sus espaldas , se inclinó , intentando escrutar el oscuro interior de la cripta . Así permaneció , en cuclillas y con la mano izquierda apoyada en el filo superior de la losa circular que medio taponaba la entrada , hasta que unos resoplidos y dramáticos jadeos le alertaron y obligaron a girar por tercera vez . Era Pedro.
Aunque , en efecto , yo le había visto salir el primero de la mansión de los Marcos , su mayor edad y la nada despreciable grasa que se acumulaba en su vientre y lomos lo habían dejado rezagado .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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