Necesité un par de minutos . Mis pupilas fueron acomodandose a la oscuridad y , al poco , la oblicua luz de la luna arrancaba miles de destellos a las cenicientas copas de los olivos que cercaban el calvero por el sector meridional . Di cuatro o cinco pasos pero me detuve . Un pastoso y anormal silencio se había apoderado del lugar . Como en el primer descenso sobre la Palestina de Cristo , las emisiones de ondas y la polvareda del J 85 habían hecho enmudecer a los insectosn y avecillas que colonizaban aquella segunda cima del Olivete . Paseé la mirada a todo mi alrededor , perforando la azulada oscuridad que se recortaba entre los negros y epilépticos troncos de los olivos . Todo , en efecto , parecía en calma . Pero aquel silencio ... Si al menos hubiera recibido el gorjeo del zamir ...
Tras unos segundos de vacilación , reanudé la marcha , adentrándome en el monte bajo que cerraba el asentamiento de la nave por su cara oeste . Si mi sentido de la orientación no fallaba , en cuestión de unos minutos debería alcanzar el nacimiento de la ladera . Una vez allí , con Jerusalén al otro lado del desfiladero , mi camino resultaría más cómodo .
Al sortear los macizos de arrayanes y acantos , conforme me apróximaba al filo de la cumbre , mi corazón empezó a desbocarse y una incontenible excitación hizo flaquear mis piernas . No tuve más remedio que volver a detenerme . Y por pura inercia llevé mis dedos a la oreja derecha ...
- ¡ Dios mío !
Eliseo oyó mi esclamación . Y abriendo el enlace , preguntó :
- Te recibo << 5 x 5 >> ... ¿ Qué ocurre ?
Antes de responder tomé varias y largas bocanadas de aire , buscando apaciguar mi pulso .
- ¡ Roger ! , yo también te recibo fuerte y claron ... ¡ Nada ! , debe ser la emoción ... Estoy a punto de reunirme con la vieja ciudad y eso me trae recuerdos ... Cambio .
- OK! ....¡ Ánimo !
Sequé el sudor de mis manos y asiendo con fuerza la << vara >> , repetí las inspiraciones . La intensa y agradable fragancia del matorral , anuncio de la espléndida primavera judía , me salió al encuentro . Y mi espíritu , agradecido y estimulado , fue recobrando el temple .
Autor J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Tras unos segundos de vacilación , reanudé la marcha , adentrándome en el monte bajo que cerraba el asentamiento de la nave por su cara oeste . Si mi sentido de la orientación no fallaba , en cuestión de unos minutos debería alcanzar el nacimiento de la ladera . Una vez allí , con Jerusalén al otro lado del desfiladero , mi camino resultaría más cómodo .
Al sortear los macizos de arrayanes y acantos , conforme me apróximaba al filo de la cumbre , mi corazón empezó a desbocarse y una incontenible excitación hizo flaquear mis piernas . No tuve más remedio que volver a detenerme . Y por pura inercia llevé mis dedos a la oreja derecha ...
- ¡ Dios mío !
Eliseo oyó mi esclamación . Y abriendo el enlace , preguntó :
- Te recibo << 5 x 5 >> ... ¿ Qué ocurre ?
Antes de responder tomé varias y largas bocanadas de aire , buscando apaciguar mi pulso .
- ¡ Roger ! , yo también te recibo fuerte y claron ... ¡ Nada ! , debe ser la emoción ... Estoy a punto de reunirme con la vieja ciudad y eso me trae recuerdos ... Cambio .
- OK! ....¡ Ánimo !
Sequé el sudor de mis manos y asiendo con fuerza la << vara >> , repetí las inspiraciones . La intensa y agradable fragancia del matorral , anuncio de la espléndida primavera judía , me salió al encuentro . Y mi espíritu , agradecido y estimulado , fue recobrando el temple .
Autor J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto