Con el fin de no inquietar inútilmente a mi hermano , guardé silencio sobre mi decisión . Era la primera violación del plan fijado por curtis y , por suerte o por desgracia , no sería la última ...
Y con el ánimo dispuesto , me lancé ladera abajo , al encuentro del fondo del valle que me separaba de la muralla oriental del Templo .
Aquel voluntarioso gesto me costaría caro...
La abrupta y empinada pendiente me recibió como era de suponer . Guardando el equilibrio con dificultad , eferrándome aquí y allá a los lentiscos y retamas y sorteando los afilados peñascos , fui ganando terreno . En más de una ocasión maldije mi torpeza . La descompuesta chlamys quedaba enganchada en los espinos galgales , atrincherados entre la agrestes vegetación . De no haber sido por la << piel de serpiente >> , mis braos y piernas habrían presentado un deporable y sangriento aspecto .
Unos quince minutos después hollaba el lecho de la seca y pedregosa torrentera .
Me detuve buscando aire . Recompuse mi desordenado manto , lamentando los desgarros y , con el corazón retumbando , lancé una ojeada a mi alrededor . Los cincuenta o sesenta metros de profundidad del Cedrón en aquel punto y la ya inminente caída de la luna por detras de la muralla oeste habían sepultado el desfiladero en unas inquietantes tinieblas .
Tras unos segundos de nerviosa escucha y más que defícil observación , decidí cruzar la vaguada , dirigiendo mis pasos hacia el informe muro que cerraba el Templo y la ciudad y que se levantaba como una continuación de la nueva pendiente que tenía frente ami . Todo en aquel tétrico lugar era silencio . Un plomizo e irritante silencio ....
Muy cerca de donde me encontraba , algo más al norte , discurria otra de las pistas que , naciendo en las vecinas aldeas de Betania y Betfagé , remontaba el Olivete y , deslizándose por la ladera oeste , iba a morir en las proximidades de la puerta Dorada , en la referida muralla oriental del Templo . Allí mismo muy cerca de la esquina noreste del recinto sagrado , el sendero en cuestión se ramificaba y , doblando la muralla , se perdía paralelo al muro norte y a la fortaleza Antonia , desdoblandose , a su vez , frente a la puerta de los Peces , en sendas rutas : una que llevaba a la costa , a Cesarea , y la otra , directamente al norte a Samaria y Galilea . Mi intención era salir al encuentro de dicha pista y , rodeando Jerusalén , acceder rápidamente a la finca y al sepulcro .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y con el ánimo dispuesto , me lancé ladera abajo , al encuentro del fondo del valle que me separaba de la muralla oriental del Templo .
Aquel voluntarioso gesto me costaría caro...
La abrupta y empinada pendiente me recibió como era de suponer . Guardando el equilibrio con dificultad , eferrándome aquí y allá a los lentiscos y retamas y sorteando los afilados peñascos , fui ganando terreno . En más de una ocasión maldije mi torpeza . La descompuesta chlamys quedaba enganchada en los espinos galgales , atrincherados entre la agrestes vegetación . De no haber sido por la << piel de serpiente >> , mis braos y piernas habrían presentado un deporable y sangriento aspecto .
Unos quince minutos después hollaba el lecho de la seca y pedregosa torrentera .
Me detuve buscando aire . Recompuse mi desordenado manto , lamentando los desgarros y , con el corazón retumbando , lancé una ojeada a mi alrededor . Los cincuenta o sesenta metros de profundidad del Cedrón en aquel punto y la ya inminente caída de la luna por detras de la muralla oeste habían sepultado el desfiladero en unas inquietantes tinieblas .
Tras unos segundos de nerviosa escucha y más que defícil observación , decidí cruzar la vaguada , dirigiendo mis pasos hacia el informe muro que cerraba el Templo y la ciudad y que se levantaba como una continuación de la nueva pendiente que tenía frente ami . Todo en aquel tétrico lugar era silencio . Un plomizo e irritante silencio ....
Muy cerca de donde me encontraba , algo más al norte , discurria otra de las pistas que , naciendo en las vecinas aldeas de Betania y Betfagé , remontaba el Olivete y , deslizándose por la ladera oeste , iba a morir en las proximidades de la puerta Dorada , en la referida muralla oriental del Templo . Allí mismo muy cerca de la esquina noreste del recinto sagrado , el sendero en cuestión se ramificaba y , doblando la muralla , se perdía paralelo al muro norte y a la fortaleza Antonia , desdoblandose , a su vez , frente a la puerta de los Peces , en sendas rutas : una que llevaba a la costa , a Cesarea , y la otra , directamente al norte a Samaria y Galilea . Mi intención era salir al encuentro de dicha pista y , rodeando Jerusalén , acceder rápidamente a la finca y al sepulcro .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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