El discípulo que parecía convencido de la misteriosa resurrección invicó incluso la promesa del rabí , de volver a la vida al tercer día . Fue inútil . Su alegría y arrollador entusiasmo se estrellaban una y otra vez contra el escéptico Pedro .
En en desesperado y postrero intento por hacerle entender que aquel sepulcro vacío no podía ser obra de ladrones , Juan tiró de él , invitándole a que entrara de nuevo . El Galileo accedió a regañadientes . Y ambos se perdieron por segunda vez en la oscuridad de la tumba .
Ignoro lo que hablaron , pero casi estpy seguro que los dos tantearon la superficie de la plataforma rocosa , encontrando , como yo , la blanda sábana de lino y el pañolón , misteriosa e inexplicablemente << deshinchados >> y vacíos .
Al rato regresaron a la luz . Pedro , sin cambios aparentes : confuso y atornillado a la explicación de los profanadores . Juan , en cambio , exultante . Reafirmando en la creencia de que el Maestro había resucitado . Le vi saltar de júbilo . Golpear la fachada del panteón con hambas manos y repetir a voz en grito .
- ¡ Lo hizo ! ... ¡ Lo cumplió !.... ¡ Las mujeres tenían razón!
Simón , malhumorado y temeroso , intentó hacerle callar . Sus recelos hacia los sanedritas no habían desaparecido. El miedo a ser igualmente capturado seguía dominando y dirigiendo su débil voluntad . Y como viera que su joven e impulsivo amigo no cedía , dio media vuelta , retirándose del callejón.
La verdad es que , al rememorar es te pasaje , no supe qué pensar . Juan el Evangelista no refleja en ningún momento la dura y arisca postura de de Simón Pedro . A leer dicho texto , el escritor deja claro que él sí << vio y creyó >>. Pero ¿ por qué no hace mención de la incredulidad y cerrazón mental de su compañero ? ¿ Fue por compasión ? ¿ Quizá por benevolencia ? ¿ O , como ya vimos en la << última cena >> , porque no convenía empañar la imagen del que despues sería cabeza visible de la Iglesia ?
Las escenas de la famosa carrera y de la entrada en el sepulcro habían concluido . Pero no así las sorpresas de aquella agitada mañana del domingo , 9 de abril del año 30 ...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
En en desesperado y postrero intento por hacerle entender que aquel sepulcro vacío no podía ser obra de ladrones , Juan tiró de él , invitándole a que entrara de nuevo . El Galileo accedió a regañadientes . Y ambos se perdieron por segunda vez en la oscuridad de la tumba .
Ignoro lo que hablaron , pero casi estpy seguro que los dos tantearon la superficie de la plataforma rocosa , encontrando , como yo , la blanda sábana de lino y el pañolón , misteriosa e inexplicablemente << deshinchados >> y vacíos .
Al rato regresaron a la luz . Pedro , sin cambios aparentes : confuso y atornillado a la explicación de los profanadores . Juan , en cambio , exultante . Reafirmando en la creencia de que el Maestro había resucitado . Le vi saltar de júbilo . Golpear la fachada del panteón con hambas manos y repetir a voz en grito .
- ¡ Lo hizo ! ... ¡ Lo cumplió !.... ¡ Las mujeres tenían razón!
Simón , malhumorado y temeroso , intentó hacerle callar . Sus recelos hacia los sanedritas no habían desaparecido. El miedo a ser igualmente capturado seguía dominando y dirigiendo su débil voluntad . Y como viera que su joven e impulsivo amigo no cedía , dio media vuelta , retirándose del callejón.
La verdad es que , al rememorar es te pasaje , no supe qué pensar . Juan el Evangelista no refleja en ningún momento la dura y arisca postura de de Simón Pedro . A leer dicho texto , el escritor deja claro que él sí << vio y creyó >>. Pero ¿ por qué no hace mención de la incredulidad y cerrazón mental de su compañero ? ¿ Fue por compasión ? ¿ Quizá por benevolencia ? ¿ O , como ya vimos en la << última cena >> , porque no convenía empañar la imagen del que despues sería cabeza visible de la Iglesia ?
Las escenas de la famosa carrera y de la entrada en el sepulcro habían concluido . Pero no así las sorpresas de aquella agitada mañana del domingo , 9 de abril del año 30 ...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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