Al salir de la casa establecí una fugaz conexión con el m´dulo , anunciando a Eliseo que me disponía a cubrir otro de los objetivos del plan . Eran las 08 horas y 45 minutos .
El bullicio había ido en aumento en las calles de la ciudad y , siguiendo la inteligente recomendación de mi hermano , decidí evitar las aglomeraciones . había perdido de vista a los discípulos , pero imaginaba cúal podía ser su derrotero . Con toda probabilidad , recorrerían - a la inversa - el mismo camino que yo había seguido para llegar a la mansión de Elías Marcos . Si actuaba con diligencia , quizá llegase al mismo tiempo que ellos ..
Ascendí rápidamente por la rampa que desembocaba en la fachada sur del palacio herodiano , abandonando el recinto amurallado por la puerta de los Jardines o del Ángulo . Y desde allí , corriendo siempre en paralelo a los sectores oeste y norte de la muralla , no tardé en avistar la doble joroba rocosa del Golgota .Mi espíritu se estremeció al reconocer las stipes verticales , negras y desnudas , recortándose sobre el fondo azul del cielo . Pruré no mirar y seguí mi frenética carrera , entre las atónitas miradas de los peregrinos que habían montado sus tiendas al socaire de los muros y que , sentados sobre sus esteras , se afanaban en la molienda del grano , peinaban sus barbas y cabelleras con anchos peines de madera o remivían los grandes comunitarios . Dejé atrás el concurrido camino que partía de la puerta de Efraim en direcció a Jaffa , no sin antes escuchar las maldiciones de un indignado aguador con el que había topado y cuyo odre , inevitablemente , rodó por tierra . No estoy muy seguro , pero creo que mi descenso desde el cerro del Gareb hacia el valle del Tiropeón se vio acompañado de alguna que otra piedra , furiosamente arrojadas por el atropellado y por los arreadores de ovejas cuyos rebaños quedaron medio descontrolados a mi paso .
Jadeante , crucé la senda de Cesarea , corriendo pendiente abajo , al encuentro de la ruta que conducía al norte . Al pisar el camino de Samaria me detuve unos segundos . Necesitaba oxígeno . Me asomé a la vertiente oriental de la calzada , tratando de reconocer la propiedad de José . Un destello me hizo volverel rostro hacia la izquiera . Y con no poca inquietud distinguí al fondo del polvoriento camino una turmae romana : una pequeña unidad de caballería .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
El bullicio había ido en aumento en las calles de la ciudad y , siguiendo la inteligente recomendación de mi hermano , decidí evitar las aglomeraciones . había perdido de vista a los discípulos , pero imaginaba cúal podía ser su derrotero . Con toda probabilidad , recorrerían - a la inversa - el mismo camino que yo había seguido para llegar a la mansión de Elías Marcos . Si actuaba con diligencia , quizá llegase al mismo tiempo que ellos ..
Ascendí rápidamente por la rampa que desembocaba en la fachada sur del palacio herodiano , abandonando el recinto amurallado por la puerta de los Jardines o del Ángulo . Y desde allí , corriendo siempre en paralelo a los sectores oeste y norte de la muralla , no tardé en avistar la doble joroba rocosa del Golgota .Mi espíritu se estremeció al reconocer las stipes verticales , negras y desnudas , recortándose sobre el fondo azul del cielo . Pruré no mirar y seguí mi frenética carrera , entre las atónitas miradas de los peregrinos que habían montado sus tiendas al socaire de los muros y que , sentados sobre sus esteras , se afanaban en la molienda del grano , peinaban sus barbas y cabelleras con anchos peines de madera o remivían los grandes comunitarios . Dejé atrás el concurrido camino que partía de la puerta de Efraim en direcció a Jaffa , no sin antes escuchar las maldiciones de un indignado aguador con el que había topado y cuyo odre , inevitablemente , rodó por tierra . No estoy muy seguro , pero creo que mi descenso desde el cerro del Gareb hacia el valle del Tiropeón se vio acompañado de alguna que otra piedra , furiosamente arrojadas por el atropellado y por los arreadores de ovejas cuyos rebaños quedaron medio descontrolados a mi paso .
Jadeante , crucé la senda de Cesarea , corriendo pendiente abajo , al encuentro de la ruta que conducía al norte . Al pisar el camino de Samaria me detuve unos segundos . Necesitaba oxígeno . Me asomé a la vertiente oriental de la calzada , tratando de reconocer la propiedad de José . Un destello me hizo volverel rostro hacia la izquiera . Y con no poca inquietud distinguí al fondo del polvoriento camino una turmae romana : una pequeña unidad de caballería .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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