La furiainflamó las arterias de su largo y grácil cuello y una temible chispa destellóen su mirada de azabache . Pedro apenas si tuvo tiempo de alzar sus apagados ojos claros . Como un terremoto , la de Magdala , colocando sus largas y husudas manos sobre su escaso pecho , le juró por el divino nombre de Dios vivo que no mentía , que no sufría de alucinacón alguna y que - << ¡ tozudo galileo ! >> - , si lo deseaba , fuera con ella misma a comprobarlo ....
Simón Pedro palideció ante la justificada cólera de la Magdalena . En su vehemencia , el manto que cubría su cabeza terminó por resbalar hasta el suelo , dejando al descubierto unos cabellos suaves , negros y desordenados . Y los finos cordoncillos dorados que colgaban de los orificios practicados en los lóbulos de las orejas oscilaron rítmicamente , al tiempo que en la silenciosa se escuchaba el entrechocar de su collar de conchas .
Una de las mujeres , discretamente , recogió el manto y , ofreciéndoselo a la enfurecida María , trató de disuadirla . pero éta - no en vano había sido cortesana en la industriosa y disoluta villa de Magdala ( Magdala : a orillas del lago de Galilea , es conocida hoy como El - Megdel . Antaño fue famosa por sus tintorerias , su mercado de palomas y pichones y por sus burdeles . Nota del Mayor )sabía enfrentarse a los hombres y con la fuerza que proporcionan la seguridad y el conocimiento de la verdad , rechazó a su compañera , añadiendo :
- ¡ Y no sólo doy fe , como éstas , de que la tumba se hallaba vacía ... ! ¡ También os juro que le he visto y hablado con Él !
Pedro , harto de tanta palabrería , fue a rascarse la calva . Y encogiéndose de hombros le dio la espalda .
Juan Marcos vino a salvar la embarazosa situación . Antes de que la Magdalena erremetiera nuevamente contra el incrédulo apóstol , el niño se interpuso entre ambos contendientes , suplicando a la mujer que me relatara lo que decía haber visto y oído . El espontáneo arranque del benjamín de la casa pareció templar los nervios dem la hebrea . Ante la expectación general fui a acomodarme en uno de los divanes vacíaos , ratificando la súplica de Juan Marcos .
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Simón Pedro palideció ante la justificada cólera de la Magdalena . En su vehemencia , el manto que cubría su cabeza terminó por resbalar hasta el suelo , dejando al descubierto unos cabellos suaves , negros y desordenados . Y los finos cordoncillos dorados que colgaban de los orificios practicados en los lóbulos de las orejas oscilaron rítmicamente , al tiempo que en la silenciosa se escuchaba el entrechocar de su collar de conchas .
Una de las mujeres , discretamente , recogió el manto y , ofreciéndoselo a la enfurecida María , trató de disuadirla . pero éta - no en vano había sido cortesana en la industriosa y disoluta villa de Magdala ( Magdala : a orillas del lago de Galilea , es conocida hoy como El - Megdel . Antaño fue famosa por sus tintorerias , su mercado de palomas y pichones y por sus burdeles . Nota del Mayor )sabía enfrentarse a los hombres y con la fuerza que proporcionan la seguridad y el conocimiento de la verdad , rechazó a su compañera , añadiendo :
- ¡ Y no sólo doy fe , como éstas , de que la tumba se hallaba vacía ... ! ¡ También os juro que le he visto y hablado con Él !
Pedro , harto de tanta palabrería , fue a rascarse la calva . Y encogiéndose de hombros le dio la espalda .
Juan Marcos vino a salvar la embarazosa situación . Antes de que la Magdalena erremetiera nuevamente contra el incrédulo apóstol , el niño se interpuso entre ambos contendientes , suplicando a la mujer que me relatara lo que decía haber visto y oído . El espontáneo arranque del benjamín de la casa pareció templar los nervios dem la hebrea . Ante la expectación general fui a acomodarme en uno de los divanes vacíaos , ratificando la súplica de Juan Marcos .
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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