Me sentí abatido . Los cronómetros del módulo , devorando digitos , se acercaban a las 06.30 de la mañana . Habían transcurrido 5 horas , 16 minutos y 49 segundos desde la toma de contacto en el Olivete ....¡ y estábamos como al principio ! Arrastrabamos o , para ser justo , arrastraba más de 180 minutos de retraso sobre el plan de Caballo de Troya . A un centenar de pasos de la bifurcación a Cesarea y Samaria - con la muralla gris azulada de Antonia a mi izquierda - dude :
<< ¿ Qué adelantaba dirigiéndome al huerto de José ? Lo más probable es que se hallara desierto . ¿ No sería más prudente seguir lo planeado y adentrarse en la Ciudad Santa , a la búsqueda de los apóstoles y de las mujeres ? Ellas si estarían en condiciones de relatarme lo ocurrido . ><
A punto estuve de confiar tales inquietudes a Eliseo . Pero , no deseando ensombrecer más su soledad , guardé silencio . Si mis suposiciones eran correctas , hacía una hora - quizá más - que los legionarios habían abandonado la finca del de Arimatea . Por lógica , las mujeres tenían que haber llegado al sépulcro una vez que la guardia hubiese desaparecido . A lo sumo , al tiempo que aquélla - constatada la desaparición del motivo de su custodia - tomaba la decisión de retornar al cuartel general . Con los diez romanos en el jardín , las amigas del Maestro no se hubieran atrevido a traspasar la cerca de madera de la propiedad .
<< ¿ Qué hacer ? >>
Y volví a experimentar un curioso fenómeno . Mientras mi lógica y sentido común me dictaban el camino de Jerusalén , otra fuerza que no se explicar y que cada día se ha hocho monos sutíl , tiraba de mi hacia el sepulcro.
<< ¿ Qué podía encontara allí ? >>
Y como un autómata dejé el sendero a mi espalda , adentrándome en una pradera que ascendía hacia el norte , hasta morir en las romas cumbres de los promontorios que , encadenados , circundaban Jerusalén desde Gareb al Cedrón . Aquel atajo me situaba a unos 300 0 400 metros del huerto de José . Y me propuse averiguar por qué aquella tumba ejercía semejante atracción sobre mi atormentado espíritu.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
<< ¿ Qué adelantaba dirigiéndome al huerto de José ? Lo más probable es que se hallara desierto . ¿ No sería más prudente seguir lo planeado y adentrarse en la Ciudad Santa , a la búsqueda de los apóstoles y de las mujeres ? Ellas si estarían en condiciones de relatarme lo ocurrido . ><
A punto estuve de confiar tales inquietudes a Eliseo . Pero , no deseando ensombrecer más su soledad , guardé silencio . Si mis suposiciones eran correctas , hacía una hora - quizá más - que los legionarios habían abandonado la finca del de Arimatea . Por lógica , las mujeres tenían que haber llegado al sépulcro una vez que la guardia hubiese desaparecido . A lo sumo , al tiempo que aquélla - constatada la desaparición del motivo de su custodia - tomaba la decisión de retornar al cuartel general . Con los diez romanos en el jardín , las amigas del Maestro no se hubieran atrevido a traspasar la cerca de madera de la propiedad .
<< ¿ Qué hacer ? >>
Y volví a experimentar un curioso fenómeno . Mientras mi lógica y sentido común me dictaban el camino de Jerusalén , otra fuerza que no se explicar y que cada día se ha hocho monos sutíl , tiraba de mi hacia el sepulcro.
<< ¿ Qué podía encontara allí ? >>
Y como un autómata dejé el sendero a mi espalda , adentrándome en una pradera que ascendía hacia el norte , hasta morir en las romas cumbres de los promontorios que , encadenados , circundaban Jerusalén desde Gareb al Cedrón . Aquel atajo me situaba a unos 300 0 400 metros del huerto de José . Y me propuse averiguar por qué aquella tumba ejercía semejante atracción sobre mi atormentado espíritu.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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