El maestro había permanecido ausente durante casi cuatro años , con dos o tres breves y esporádicas visitas a los suyos . Fue el tiempo de los grandes viajes , como ya referí . Una etapa << secreta >> - la única -, que jamás fue desvelada . Y corrió el rumor , efectivamente , de que el tekton ( carpintero y herrero ) de Nazaret estaba muerto o desaparecido . La Señora hacía cinco meses que lo había visto por última vez.
No supe explicarlo en esos instantes , pero noté algo raro . Aquel abrazo , el de la Señora , no fue tan efusivo como el de la pelirroja . ¿ Por qué ?
Y la joven Ruth , alborozada , siguió besando y abrazando a su hermano mayor , al tiempo que gritaba el nombre de Jesús . El Galileo , emocionado , acarició una y otra vez los rojizos cabellos de la << pequeña ardilla >> y , tímidamente , los de su madre.
Necesité un tiempo , pero , al final , caí en la cuenta . La muchacha que colgaba del cuello de Jesús era la pequeña de la familia , la hija póstuma de José , nacida en la noche del 17 de abril del año 9 de nuestra era . Hacía cinco meses que había cumplido dieciséis años . Me estremecí al reconocerla . Era más atractiva que en el año 30 . Los ojos , igualmente almendrados y verdes - herencia de la Señora -, y el cutis transparente , de porcelana , levemente emborronado por un puñado de pecas , le proporcionaban una belleza casi enigmática . Vestía el clásico chaluk , la túnica hasta los tobillos ; en ese momento de un azul claro , luminoso , con un ceñidor ancho que realzaba el hermoso pecho .
El << incidente >> empezó a esclarecerse . Se trataba , sencillamente , del retorno de un hijo . Así lo vieron y lo entendieron los vecinos y curiosos y , una vez despejada la incógnita de los gritos , dieron media vuelta y desaparecieron . Y Eliseo y quien esto escribe , al fin , pudimos avanzar sobre aquel patio a cielo abierto . Un patio común , típico de Nahum , al que daban las diferentes estancias que integraban la casa . Era largo y relativamente estrecho . Calculé quince por seis metros . al fondo , alegrando el negro de las paredes , se abría un granado joven cargado de frutos .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No supe explicarlo en esos instantes , pero noté algo raro . Aquel abrazo , el de la Señora , no fue tan efusivo como el de la pelirroja . ¿ Por qué ?
Y la joven Ruth , alborozada , siguió besando y abrazando a su hermano mayor , al tiempo que gritaba el nombre de Jesús . El Galileo , emocionado , acarició una y otra vez los rojizos cabellos de la << pequeña ardilla >> y , tímidamente , los de su madre.
Necesité un tiempo , pero , al final , caí en la cuenta . La muchacha que colgaba del cuello de Jesús era la pequeña de la familia , la hija póstuma de José , nacida en la noche del 17 de abril del año 9 de nuestra era . Hacía cinco meses que había cumplido dieciséis años . Me estremecí al reconocerla . Era más atractiva que en el año 30 . Los ojos , igualmente almendrados y verdes - herencia de la Señora -, y el cutis transparente , de porcelana , levemente emborronado por un puñado de pecas , le proporcionaban una belleza casi enigmática . Vestía el clásico chaluk , la túnica hasta los tobillos ; en ese momento de un azul claro , luminoso , con un ceñidor ancho que realzaba el hermoso pecho .
El << incidente >> empezó a esclarecerse . Se trataba , sencillamente , del retorno de un hijo . Así lo vieron y lo entendieron los vecinos y curiosos y , una vez despejada la incógnita de los gritos , dieron media vuelta y desaparecieron . Y Eliseo y quien esto escribe , al fin , pudimos avanzar sobre aquel patio a cielo abierto . Un patio común , típico de Nahum , al que daban las diferentes estancias que integraban la casa . Era largo y relativamente estrecho . Calculé quince por seis metros . al fondo , alegrando el negro de las paredes , se abría un granado joven cargado de frutos .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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