El Maestro , con la mano extendida sobre la túnica , aguardó impaciente . Y al poco , el asombro , y otra sonrisa vinieron a confirmar las palabras de la pelirroja . El feto se había movido ...
Y el Galileo pasó de la emoción a la risa .
- ¡ Se mueve ! - gritó .
No conseguía acostumbrarme . Aquella imagen de Jesús de Nazaret , aguardando la patada de un bebé en el seno materno , era absolutamente nueva para mí ...
E igualmente desconcertante fue la siguiente escena .
Tras acariciar las mejillas de la niña de la cabeza rapada , el Maestro cayó en la cuenta de nuestra presencia y , reuniéndose con su madre , le susurró algo . La Señora dejó al niño que sostenía entre los brazos sobre el oscuro pavimento de piedra , se acercó y , tras desearnos la paz , rogó que tomáramos posesión de la casa .
Me estremecí . María no me había reconocido . No podía ...
Agradecimos la hospitalidad y , sin saber muy bien qué hacer , dimos unos pasos ...
Todo fue muy rápido.
A una orden de la SEñora , Ruth y Esta la siguieron , y se perdieron en el interior de una de las habitaciones . La niña , con los ojos fijos en aquellos tres hombres , a trompicones , siempre aferrada a la túnica de la madre , se perdió también en la oscuridad de la estancia .
Jesús , feliz , tomó entoces al pequeño que jugueteaba en las proximidades del barreño , lo alzó y preguntó :
- ¿ Quién eres tú ?
El bebé , con el cráneo igualmente pelado ( una sabia medida contra las epidemias de piojos que martirizaban a todas las poblaciones ) , observó a Jesús con sus enormes y azules ojos .
- ¡ Tú debes de ser Amós !
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y el Galileo pasó de la emoción a la risa .
- ¡ Se mueve ! - gritó .
No conseguía acostumbrarme . Aquella imagen de Jesús de Nazaret , aguardando la patada de un bebé en el seno materno , era absolutamente nueva para mí ...
E igualmente desconcertante fue la siguiente escena .
Tras acariciar las mejillas de la niña de la cabeza rapada , el Maestro cayó en la cuenta de nuestra presencia y , reuniéndose con su madre , le susurró algo . La Señora dejó al niño que sostenía entre los brazos sobre el oscuro pavimento de piedra , se acercó y , tras desearnos la paz , rogó que tomáramos posesión de la casa .
Me estremecí . María no me había reconocido . No podía ...
Agradecimos la hospitalidad y , sin saber muy bien qué hacer , dimos unos pasos ...
Todo fue muy rápido.
A una orden de la SEñora , Ruth y Esta la siguieron , y se perdieron en el interior de una de las habitaciones . La niña , con los ojos fijos en aquellos tres hombres , a trompicones , siempre aferrada a la túnica de la madre , se perdió también en la oscuridad de la estancia .
Jesús , feliz , tomó entoces al pequeño que jugueteaba en las proximidades del barreño , lo alzó y preguntó :
- ¿ Quién eres tú ?
El bebé , con el cráneo igualmente pelado ( una sabia medida contra las epidemias de piojos que martirizaban a todas las poblaciones ) , observó a Jesús con sus enormes y azules ojos .
- ¡ Tú debes de ser Amós !
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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