La voz del Galileo , cálida y templada , se quebró ligeramente . Imaginé que el nombre le traía lejanos recuerdos . Hacía mucho , cuando Él contaba dieciocho años , su hermano Amós falleció en Nazaret a la edad de seis . Probablemente , una epiglotitis aguda se lo llevó . Según pude averiguar algún tiempo despues , Santiago y Esta habían decidido recordar al infortunado Amós designando con este nombre al primero de sus varones .
El Hijo del Hombre , inmerso en los viajes , casi no conicía a sus sobrinos ...
Y el bebé reaccionó como era de esperar . Primero fueron los pucheros . Después , aunque el Maestro trató de congraciarse con la criatura , llegaron las lágrimas ...
De nada sirvieron las buenas palabras . Amós , agitado en el aire por aquel extraño , arreció en su llanto . El Galileo , sin saber como actuar , lo levantó un poco más , por encima de la cabeza . Y sucedió...
El niño , asustado , se orinó y mojó el rostro y las barbas del inexperto tío .
Tuve que hacer un esfuerzo para no soltar una carcajada . Eliseo , en cambio , no pudo contenerse , y las risas llenaron el patio . Al poco , el propio Jesús se unía al regocijo de mi hermano con otras no menos sonoras carcajadas . Así era aquel Hombre...
Esta y Ruth regresaron en pleno alboroto . Fue Jesús , todavía con el niño entre las manos , quien confesó lo ocurrido . Y la la << pequeña ardilla >> soltó las esteras que portaba y se hizo cargo de Amós , colmando de mimos al pequeño . Esta ordenó las esterillas de esparto al pie del granado y , con una escueta indicación , nos invitó a tomar asiento . Después , sin palabras , rescató al bebé y volvió a perderse en el interior de una de las estancias .
Eliseo y yo obedecimos . Y durante unos instantes permanecí ensimismado , acariciando con las yemas de los dedos el curioso trenzado de las cuerdas . Era como un abarrote redondo , similar al utilizado en las cubiertas de los barcos . Alguien las había trabajado con gran paciencia y habilidad . El dibujo me resultó familiar - tres circulos concéntricos -, pero , en esos instantes , no supe por qué . Naturalmente , no pregunté . Fue unos meses más tarde cuando averigüé la identidad del artesano de las extrañas esterasy el porqué de los dibujos ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
El Hijo del Hombre , inmerso en los viajes , casi no conicía a sus sobrinos ...
Y el bebé reaccionó como era de esperar . Primero fueron los pucheros . Después , aunque el Maestro trató de congraciarse con la criatura , llegaron las lágrimas ...
De nada sirvieron las buenas palabras . Amós , agitado en el aire por aquel extraño , arreció en su llanto . El Galileo , sin saber como actuar , lo levantó un poco más , por encima de la cabeza . Y sucedió...
El niño , asustado , se orinó y mojó el rostro y las barbas del inexperto tío .
Tuve que hacer un esfuerzo para no soltar una carcajada . Eliseo , en cambio , no pudo contenerse , y las risas llenaron el patio . Al poco , el propio Jesús se unía al regocijo de mi hermano con otras no menos sonoras carcajadas . Así era aquel Hombre...
Esta y Ruth regresaron en pleno alboroto . Fue Jesús , todavía con el niño entre las manos , quien confesó lo ocurrido . Y la la << pequeña ardilla >> soltó las esteras que portaba y se hizo cargo de Amós , colmando de mimos al pequeño . Esta ordenó las esterillas de esparto al pie del granado y , con una escueta indicación , nos invitó a tomar asiento . Después , sin palabras , rescató al bebé y volvió a perderse en el interior de una de las estancias .
Eliseo y yo obedecimos . Y durante unos instantes permanecí ensimismado , acariciando con las yemas de los dedos el curioso trenzado de las cuerdas . Era como un abarrote redondo , similar al utilizado en las cubiertas de los barcos . Alguien las había trabajado con gran paciencia y habilidad . El dibujo me resultó familiar - tres circulos concéntricos -, pero , en esos instantes , no supe por qué . Naturalmente , no pregunté . Fue unos meses más tarde cuando averigüé la identidad del artesano de las extrañas esterasy el porqué de los dibujos ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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