Mientras esperábamos a las puertas del parapeto de piedra , anuncié al de Arimatea que , aprovechando la orden que me había extendido el propio gobernador , intentaría adelantarme a Caifás y a su pelotón . José asintió , añadiendo que él tenía intención de seguir al lado del Maestro y que , presumiblemente , nos volveríamos a ver en el interior de la fortaleza .
Así que , olvidando mi proyecrada entrada en la Torre Antonia por el túnel del ala oeste , extraje el salvoconducto , mostrándoselo al mercenario . éste , al leer la autorización y escuchar el nombre de Civilis , me franqueó el paso , señalándome a varios soldados que montabanguardia al otro lado del foso , junto a una gran puerta practicada en la muralla y flanqueada por dos torretas de vigilancia .
Al cruzar el puente levadizo , similar al que facilitaba el acceso por el túnel , uno de los guardias me salió al paso . Tuve que repetir la operación . El centinela revisó la orden y me ordenó que esperase . Despues salió del puesto de guardia , adentrándose en el interior de la fortaleza . Aquella monumental puerta , coronada por un arco de medio punto , estava provista de dos grandes batientes de madera , asegurados a unos postes verticales , susceptibles de girar en cajas de piedra . Supuse que , de esta manera , en momento de peligro o ataque , los batientes podían cerrarse , siendo atrancados desde el interior .
Pocos minutos despues , el infante me llamaba desde unas escalinatas de piedra existentes al fondo . Caminé en solitario hacia el centinela , salvando un ancho patio , perfectamente adoquinado con cantos rodados . Al pie de las escalinatas , el soldado me indicó a un oficial , comentando :
- Éste te conducirá hasta Civilis ....
Y así fue . Al final de aquellos quince peldaños me aguardaba un centurión.
La escalinata permitía el acceso a una especie de terraza rectangular , cuidadosamente embaldosada y cercada por ambos flancos con una serie de balaustres de mármol de un metro de altura .
Aquélla era la entrada principal de lo que podríamos denominar la residencia privada de oncio : un edificio suntuoso y relativamente apartado del conjunto , aunque dentro de la fortaleza .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Así que , olvidando mi proyecrada entrada en la Torre Antonia por el túnel del ala oeste , extraje el salvoconducto , mostrándoselo al mercenario . éste , al leer la autorización y escuchar el nombre de Civilis , me franqueó el paso , señalándome a varios soldados que montabanguardia al otro lado del foso , junto a una gran puerta practicada en la muralla y flanqueada por dos torretas de vigilancia .
Al cruzar el puente levadizo , similar al que facilitaba el acceso por el túnel , uno de los guardias me salió al paso . Tuve que repetir la operación . El centinela revisó la orden y me ordenó que esperase . Despues salió del puesto de guardia , adentrándose en el interior de la fortaleza . Aquella monumental puerta , coronada por un arco de medio punto , estava provista de dos grandes batientes de madera , asegurados a unos postes verticales , susceptibles de girar en cajas de piedra . Supuse que , de esta manera , en momento de peligro o ataque , los batientes podían cerrarse , siendo atrancados desde el interior .
Pocos minutos despues , el infante me llamaba desde unas escalinatas de piedra existentes al fondo . Caminé en solitario hacia el centinela , salvando un ancho patio , perfectamente adoquinado con cantos rodados . Al pie de las escalinatas , el soldado me indicó a un oficial , comentando :
- Éste te conducirá hasta Civilis ....
Y así fue . Al final de aquellos quince peldaños me aguardaba un centurión.
La escalinata permitía el acceso a una especie de terraza rectangular , cuidadosamente embaldosada y cercada por ambos flancos con una serie de balaustres de mármol de un metro de altura .
Aquélla era la entrada principal de lo que podríamos denominar la residencia privada de oncio : un edificio suntuoso y relativamente apartado del conjunto , aunque dentro de la fortaleza .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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