Jesús le facilitó las cosas . Abrió el saco de viaje y , sin mediar palabra , lo aproximó a sus pies . Mateo Leví no respondió a las indicaciones del Maestro . Aunque él sabía que debía revisar el petate , continuó con la mirada fija en la del Galileo . Tuve la sensación de que trasteaba en la memoria . Quizá lo había visto antes . Quizá el rostro de Jesús le resultaba familiar . Nunca llegué a saber el porqué de aquel intenso y extraño cruce de miradas . Miento : en el caso del Maestro , sí lo sospeché . Él << sabía >> quién era Mateo y lo que sucedería en cuestión de meses...
El publicano bajó la vista y , finalmente , curioseó en el interior del saco de viaje del Galileo .
De pronto dio con algo que , al parecer . llamó su atención . Alzó los ojos t con aquella voz aflautada , característica de Mateo , interrogó a Jesús , al tiempo que lo extraía del petate .
- ¿ Y esto ?
El Maestro se encogió de hombros y , señalando a Eliseo , comentó :
- Un regalo ...
Mateo no respondió . Inspeccionó la húmeda tela que cubría las pequeñas raíces del vástago y , serio , exclamó :
- Apresúrate ... Puede morir.
El Hijo del Hombre tomó entonces el retoño de olivo que , efectivamente , le había regalado mi hermano en su treinta y un cumpleaños , en la cumbre del Hermón , y con énfasis , sentenció :
- En mis manos , nada muere . Y mucho menos la paz ...
Y recordé con emoción las palabras del Maestro en aquel 21 de agosto , al recibir el olivo que nos entregó el general Curtiss : << ... Un regalo de otro mundo para el Señor de todos los mundos ... Lo plantaremos como símbolo de la paz ... La paz interior : la más ardua ... >>
De todas formas - insistió el publicano -, apresurate .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
El publicano bajó la vista y , finalmente , curioseó en el interior del saco de viaje del Galileo .
De pronto dio con algo que , al parecer . llamó su atención . Alzó los ojos t con aquella voz aflautada , característica de Mateo , interrogó a Jesús , al tiempo que lo extraía del petate .
- ¿ Y esto ?
El Maestro se encogió de hombros y , señalando a Eliseo , comentó :
- Un regalo ...
Mateo no respondió . Inspeccionó la húmeda tela que cubría las pequeñas raíces del vástago y , serio , exclamó :
- Apresúrate ... Puede morir.
El Hijo del Hombre tomó entonces el retoño de olivo que , efectivamente , le había regalado mi hermano en su treinta y un cumpleaños , en la cumbre del Hermón , y con énfasis , sentenció :
- En mis manos , nada muere . Y mucho menos la paz ...
Y recordé con emoción las palabras del Maestro en aquel 21 de agosto , al recibir el olivo que nos entregó el general Curtiss : << ... Un regalo de otro mundo para el Señor de todos los mundos ... Lo plantaremos como símbolo de la paz ... La paz interior : la más ardua ... >>
De todas formas - insistió el publicano -, apresurate .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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