miércoles, 2 de noviembre de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 7 - 18 de setiembre , martes ( 22 )

El Hijo del Hombre guardó con mimo el vástago y replicó con unas frases que Mateo , lógicamente , no comprendió en esos momentos .
- Nunca tengo prisa ... Dios actúa , pero nunca con prisa ... Cuando llegue la hora , cuando decida plantar la paz en los corazónes , tú serás de los primeros en saberlo ...
- Está bien - repuso el recaudador con sorna -, tambien los gabbai tenemos derecho a un poco de paz ... De momento , esa paz te costara un as ...
>> En cuanto a vosotros - añadió sin mirar nuestros sacos -, con dos leptas cada uno será sificiente ...
Pagué el << peaje >> y nos alejamos del caserón . Mateo volvió a buscar acomodo bajo las higueras y , al poco , los ronquidos sonaron << 5 X 5 >> ( fuerte y claro ) a nuestras espaldas.
Y el Maestro , tomando la iniciativa , rodeó la aduana , encaminandose despacio hacia la tela de araña que formaban los huertos y las plantaciones que rodeaban Nahum por aquel flanco oriental.
No sé de qué me sorprendía ...
Jesús de Nazaret era así . Durante el tiempo que permanecimos con Él jamás se alteró por aquello que disgustaba a sus paisanos . El encuentro con el publicano y con las armas de los kittim no pareció molestarle . No torció el gesto ni se permitió comentario alguno al respecto . Nunca que yo recuerde , se pronunció en contra - ni tampoco a favor - del invasor de su país o de la odiada presencia de los recaudadores . En ese aspecto fue también rotundo . Jamás mezcló la política o los negocios con su misión . Jamás.
Eliseo preguntó en voz baja si tenía idea de nuestro destino inmediato . Negué con la cabeza . Lo único que estaba claro era que el Galileo pretendía llegar a algún punto del pueblo.
Y con un perfecto conocimiento de la zona , el Maestro avanzó por los senderillos que esquivaban los muretes de piedra negra que delimitaban las decenas de frondosos huertos en los que deestacaban altos nogales , granados , almendros , higueras y tupidos sicomoros . Apenas vimos felah . El intenso calor en el yam no hacía aconsejable el trabajo al aire libre . Imaginé que la mayoría de los campesinos , al igual que Mateo , el publicano , procuraban aliviar el rigor de aquellas horas con un buen sueño y una mejor sombra
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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