sábado, 16 de mayo de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 6 de abril , jueves ( 41 )

Por mi parte , procurando que el Iscariote no advirtiera mi presencia , inicié una tenaz persecución del traidor . A aquellas horas de la noche , el número de transeúntes había decrecido sensiblemente . A duras penas , ayudado más por la luz de la luna  que por los míseros y mortecinos candiles de aceite de las calles , pude seguir los presurosos andares del judío hasta una casucha  de una planta , en los límites  casi del barrio bajo con la ciudad  alta . Allí , Judas penetró en la casa , saliendo a los pocos minutos en compañía de otro individuo . Y ambos se dirigieron entonces hacia el muro occidental del Templo .
Cuando alcancé el atrio de los Gentiles . vi cómo el Iscariote y su acompañante se alejaban por la solitaria explanada , camino de las escalinatas que rodeaban el Santuario . Algunos de los 21 guardianes que montaban el habitual servicio de vigilancia en torno al Templo les alieron al paso . Dialogaron unos segundos y , de inmediato , dos de los levitas les acompañaron al interior .
Obviamente , allí terminó mi trabajo . Y confiando en que , bien el de Arimatea o Ismael , el saduceo , supieran interpretar mi mensaje , acudiendo lo antes posible al Templo para poder espiar los movimientos de Judas , di media vuelta , tratando de orientarme para retornar a la casa de Marcos .
Preocupado por el asunto del Iscariote no me percaté que entraba enn una solitaria callejuela  , sin ningún tipo de iluminación . De pronto , por mi izquierda  surgió un bulto que se interpuso en mi camino . Quedé paralizado por el susto . La luna iluminó entonces  a un individuo de baja estatura y poblada barba que avanzó lentamente hacia mí . Un reflejo azulado en una de sus manos me heló la sangre . Aquel salteador se abalanzó sobre mí y , sin mediar palabra alguna , me asestó un duro golpe en el vientre  . Pero la curvada  daga se quebró por su base , cayendo sobre los adoquines con un eco matálico . La << piel de serpiente >> me había librado de un serio percance .
El individuo , desconcertado , miró la hoja rota y soltando la empuñadura del arma , retrocedió a trompicones , sin poder dar crédito a lo que estaba ocurriendo . Segundos más tarde desaparecía por el estrecho callejón , aullando como un loco .
Por fortuna , el desgarro de la túnica no era demasiado escandaloso . Y a toda prisa salí de la zona .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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