viernes, 15 de mayo de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 6 de abril , jueves ( 37 )

Me disponía ya a despedirme de la familia Marcos cuando el bronco y áspero sonido de los cuernos de carnero del Templo anunciaron el final del día . Mi intención era ocultarme en las proximidades de la casa y esperar la llegada de Jesús y sus hombres . De esta forma  podría controlarles y , sobre todo , estar al tanto de los movimientos de Judas . Pero la hospitalaria familia no me dejó partir . Elías me rogó que aceptase un baso de vino y que , si no alteraba mis planes , permaneciese en su compañía hasta el regreso del grupo a Getsemaní . El padre de Marcos conocía la disposición del rabí sobre la cena : nadie  - excepto los trece  - debería participar en la comida pascual . Ni siquiera habría sirvientes . Y aunque yo me apresuré a recordarle este deso del Maestro , el buen hombre  insistió en que no era necesario que yo estuviera presente en el piso superior . Podía satisfacer mi apetito y , de paso , resguardarme  en la planta baja o en el pequeño jardín  contiguo a la vivienda  .
Reflexioné y acepté . Quizá aquél fuera  el emplazamiento ideal para mi misión . Desués de todo , desde el piso inferior e , incluso desde el patio , era posible seguir los movimientos de cuantos subieran o bajaran al cenáculo . Aquella amable invitación me permitió , además , averiguar otro dato curioso : el menú de la última cena .
De acuerdo con las costumbres judías , esta comida se sustentaba en un plato único - el cordero o el cabrito -, aderazado y acompañado con una serie de verduras , igualmente obligatorias .
María Marcos había preparado varios platos con lechuga , perifollos olorosos  ( con un suave aroma parecido al anís ) , un cardo llamado << eringge o << eringio >> y las imprescindibles yerbas amargas . Todo ello , sin hervir ni cocer , tal y como marcaba la ley .
Cuando le pregunté , sobre la forma de preparar el cordero , la matrona me condujo hasta el jardín , mostrándome  unas brasas de madera de pino , perfectamente circunscritas en un hogar a base de grandes cantos de río .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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